La narración de historias ha sido el modo de transmitir la cultura, lo que somos, desde siempre en la humanidad. Ya he hablado en otras ocasiones de este asunto de la adhocracia (
De martillos, de visiones y de caminos), pero no lo he contado como una historia, como algo que efectivamente tiene que ver con quiénes somos y cómo nos relacionamos, aunque en muchos casos, aún, parezca que no nos damos cuenta.
En los años 60 y 70 del siglo pasado varios autores alertaron sobre una serie de cambios en nuestros modos de vida que estaban afectando al modelo de estabilidad que había reinado en las últimas décadas y que respondía a un modelo organizado y burocrático de sociedad.
En 1.966 Warren Bennis (Bennis, Warren G. 1966, Changing Organizations) psicólogo social y profesor de management industrial, predijo que la organización de la sociedad superindustrial sería cada vez más dinámica, llena de turbulencia y de cambio y pronosticó el fin de la sociedad burocrática. Acuñó el término Adhocracia para intentar describir un nuevo modelo de organización flexible, intuitiva e innovadora emergente frente a la burocracia.
Un precedente de organización de este concepto de adhocracia ya se puso en práctica durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los ejércitos en liza creaban equipos ad hoc que se disolvían después de terminar su misión específica y transitoria. El tiempo de duración de estos equipos no estaba definido; podían mantenerse un día, un mes, o un año, hasta cumplir su misión. Los roles desempeñados por los miembros de los equipos eran intercambiables.
Pero fueron pensadores como Henry Mintzberg y Alvin Toffler quienes hicieron madurar el concepto. Ambos comparten la idea de que el aparato vertical y burocrático de las organizaciones grandes y de los gobiernos toca a su fin. Y por eso se esfuerzan en crear un imaginario de adhocracia, un cuerpo teórico de organización flexible, multidisciplinar y dinámica.
Alvin Toffler (1970) describe una nueva sociedad −dinámica y cambiante en extremo− en la cual todo tipo de organización social necesitará ser innovadora, flexible y muy participativa. Por tanto cabe esperar que las adhocracias se volverán más comunes y probablemente reemplacen a la burocracia en un futuro más o menos próximo.
Para Toffler esto supondrá cambios que irán más allá, “pues si la aceleración del cambio y la creciente novedad del medio requieren una forma nueva de organización, exigen también una nueva clase de persona...el nuevo espíritu es más propio de la persona emprendedora que de la persona de organización.” (Alvin Toffler, 1970, El shock del futuro).
Si el modelo de conducta de las personas de la organización y de la sociedad burocráticas era más proclive a buscar la aprobación de la jerarquía y la autoridad aún a costa de la propia individualidad, el de la sociedad adhocrática está más comprometido con la realización personal: el individuo está dispuesto a emplear su energía creadora para resolver los problemas de la organización y/o de la comunidad, pero únicamente lo hace si el problema le interesa.
Toffler se refiere a esta nueva relación persona-organización con la palabra asociado: “Más que subordinación, la palabra asociado implica igualdad, y la difusión de su empleo revela claramente el cambio de las normas verticales y jerárquicas por los nuevos sistemas, más laterales, de comunicación...Así como la persona de organización se hallaba sometida a ésta, la persona asociativa se preocupa poco de ella. Así como la persona de organización tenía conciencia de la jerarquía y buscaba posición y prestigio dentro de la organización, la persona asociativa los busca fuera de ésta. Así como la persona de organización llenaba una casilla determinada, la persona asociativa pasa de una casilla a otra, según un modelo complejo y motivado, en gran parte, por ella misma. Así como la persona de organización se dedicaba a resolver problemas rutinarios, de acuerdo con reglas bien definidas, evitando toda manifestación de heterodoxia o de creatividad, la persona asociativa, al enfrentarse con problemas nuevos, se ve impulsada a innovar. Así como la persona de organización tenía que subordinar su propia individualidad al «juego del equipo», la persona asociativa comprende que el propio equipo es transitorio. Puede subordinar su individualidad durante un tiempo, en condiciones elegidas por ella misma; pero esta subordinación no es nunca permanente.” (Alvin Toffler, 1970, El shock del futuro).
Mintzberg nos trae en 1.979 (Mintzberg, 1.979, La estructuración de las organizaciones) consideraciones sobre la organización adhocrática que hacen referencia a los mecanismos de coordinación racional intencionada que se ponen en práctica en su seno, basados en estructuras horizontales de decisión, coordinadas por medio de la adaptación mutua y de procesos de aprendizaje colaborativos.
Los equipos de trabajo se forman y disuelven según se necesite. La organización ideal la constituirán equipos ad hoc, no oficinas permanentes ni departamentos funcionales. La característica central del nuevo patrón serán grupos que cooperan para resolver problemas y realizar trabajos. La autoridad tenderá a ser descentralizada entre los que están más cerca de determinadas tareas y no a estar fija en funcionarios alejados del personal en una cadena burocrática de mando.
El foco de interés deja de estar centrado en la gestión para focalizarse en las personas, la formación continua y el desarrollo organizativo. Esto implica avanzar hacia procesos organizacionales de inteligencia colectiva (learning organization: la organización considerada no como una máquina, sino como un organismo que gestiona conocimiento y aprende). Este tipo de organización está abierta a la innovación y su foco fundamental es el aprendizaje.
En general, la idea que subyace, tanto en Toffler (1970) como en Mintzberg (1979), es que sólo creando las condiciones propicias para que se den la iniciativa humana, la responsabilidad y la cooperación, pueden, las organizaciones, beneficiarse de la participación y la competencia de los seres humanos.
La alternativa propuesta por estos críticos de la burocracia es, pues, reemplazar la máquina burocrática por estructuras y procesos altamente flexibles, capaces de adaptarse continuamente a las condiciones cambiantes del ambiente, autoadministradas y, por tanto, más orientadas a las personas y a los actos que nos hacen ser precisamente personas, los actos de la comunicación. El camino está por recorrer y es una inmensa búsqueda de soluciones creativas.
Ciudadano Moreno Ibarra