Mmmmhhhh. ¡Qué bien huele! El aroma a lavanda de sus suaves ropajes aterciopelados me embriaga hasta erizar el bello de cada centímetro de mi piel. Las contemplo fijamente, como si esta fuese mi última visión celestial al hacerme presa una ceguera total durante el siguiente fulminante parpadeo final. Sus cabellos, largos o cortos, son morenos, pelirrojos, rubios o azabache.