El balón es mío y juegan los que yo quiera y cuando yo quiera
La repetición electoral supondrá un gasto a las arcas del Estado de 140 millones de euros. Además de esos 140 millones de euros, el buzoneo costará otros 35 millones de euros más. El gasto de las dos elecciones generales superará los 300 millones de euros. De la subvención del buzoneo se benefician, especialmente, el PP y PSOE.
Idealista: ¿pero no somos todos iguales? ¿No es eso lo que tú estás predicando en tus discursos y en tu propaganda? Todos tenemos derecho a usar la televisión, la radio, los medios públicos que están pagados con dinero de todos y a usar el derecho a la información veraz. El balón no es tuyo.
Pragmático: (entre nosotros), la igualdad es la capa con la que toreamos, pero no sirve para nada. Arrímate al que te puede dar, al que tiene poder, que el que no lo tiene no lo da. Esos millones de euros tienen que llenar nuestras arcas, que vamos a gastar en el buzoneo y la propaganda y el que no pueda, que se fastidie.
Idealista: pero eso va contra la justicia, contra la democracia y contra los derechos más fundamentales de cada persona.
Pragmático: ¿cuándo te vas a enterar de que eso es el cebo para el pueblo, pero que luego, cada cual busca sus intereses?
El atasco de los buzones
La gente se queja del atasco de los buzones por la propaganda utilizada para atascar las mentes. ¿No los conocemos ya lo suficiente por su uso y abuso de la televisión, de día y de noche?
Idealista: me parece injusto, despectivo para el pueblo y un abuso utilizar los bienes pagados por todos para vender falsedades y promesas que no se cumplen.
Pragmático: ¿a qué bienes te refieres?, ¿a la televisión, a la radio, al dinero, la publicidad, la propaganda…? Nadie puede triunfar en política sin usar estos medios. ¿Tú quieres que ganemos o que perdamos?
Idealista: yo quiero que ganemos como cualquiera que se mete en política, pero quiero que se arregle el tren, que venga el AVE prometido, que haya trabajo … y se cumplan todas las promesas que se han hecho a Extremadura. Yo creo en los valores que cree el pueblo llano y no contaminado por la codicia del poder. No quiero ganar utilizando el engaño y la mentira, ni abusando de la buena fe de las personas.
Pragmático: supongo que conoces lo que decía el viejo profesor Tierno Galván, cuando le hablaron de las promesas “las promesas se hacen para no cumplirlas”.
Idealista: yo estoy en contra de esa afirmación. Esto es tirar por tierra los mejores valores y mensajes que se pueden dar en una campaña electoral.
Pragmático: supongo que no creerás las promesas electorales de ningún partido. Se trata de conseguir el poder por los medios que sea y si hay que hacer trampas, se hacen; si hay que mentir, se miente, si hay que hacer leyes que nos beneficien, se hacen, si hay que no cumplirlas, no se cumplen, con tal de que no te cojan…
Idealista: si eso es lo que tenemos que hacer, yo renuncio a ese tipo de política. Cuando entré en ella, lo hacía por una causa noble, pero no para engañar a nadie. Rechazo plenamente la mentira, aunque algunos la consideren un arma política. Se puede ser honrado trabajando para conseguir una sociedad mejor.
Pragmático: pues ya ves, los grandes políticos, como el propio Lenin, consideraban la mentira como un arma política. No es cuestión de izquierdas o de derechas. La mentira consigue votos que no conseguiría la verdad. Por otra parte, el poder lo tiene quien lo tiene, y con el poder uno puede hacer lo que le dé la gana. La propaganda hace que las mentiras aparezcan como verdades.
Idealista: pero eso es la pura corrupción que tanto criticas tú mismo. A mí me gustaría hacer leyes que beneficiaran a los que más lo necesitan y, a veces, parece que se hace para los partidos que mandan, para los que más tienen, para nosotros mismos más que para el pueblo llano.
Pragmático: el que está en el poder se beneficia de él. Es lógico que se subvencione a los grandes partidos y se machaque a los pequeños, o a los que no tienen posibilidad de llegar al poder de inmediato. Eso es lo que llamamos “el voto útil” (útil para nosotros). Hacemos leyes que nos beneficien, si no, seríamos idiotas.
Idealista: yo, y muchos como yo, no entendemos la política así, sino como un servicio verdadero al pueblo, a la gente que nos cree cuando le ofrecemos soluciones a sus problemas. Nos parece totalmente injusto hacer las leyes para nosotros mismos, dar subvenciones para nosotros mismos y olvidarse del pueblo que necesita soluciones a sus problemas.
Pragmático: ¿tú crees que podíamos ganar si no llenamos los buzones de propaganda y de sobres con los nombres de nuestros Diputados y Senadores? Y ¿cómo se puede poner nuestra propaganda, nuestras banderolas y estar todo el día en televisión y en la radio, si no les untas, si no les pagas de algún modo el favor que te hacen y el hecho de que anulen a los demás? Para eso hay que llenar primero los bolsillos.
Idealista: ¿y no crees que esto es la corrupción en la que han caído varios partidos? Si la gente supiera lo que algunos pretenden, no les votarían nunca.
Pragmático: es cuestión de ser realista y hacer lo que nos conviene prescindiendo de la moral y de esos principios que tú quieres meter en la política. La ética no consigue el poder ni da de comer a nadie.
Idealista: pues de esta forma, a muchos, les van a dar de comer en la cárcel, porque es una injusticia, que si el pueblo la conociera, los echaría de la política.
Pragmático: hay que estar preparados para defenderse y hacer ver a los posibles rivales que no nos asustan las palabras, pero si nos denuncian, habrá más que palabras.
Idealista: hay gente que no se arruga ante las amenazas, y son capaces de sacrificar su vida por defender sus ideales. Hay que estar preparados para cambiar una política basada en el puro egoísmo y que lo convierte todo en basura. Es posible una sociedad mejor.
P. CAÑADA
EXTREMADURA UNIDA