Vamos a estar varios días escuchando opiniones de unos y otros.
Unos tendrán más razón y otros las tendrán menos. También estarán los que opinen sin pensar siquiera lo que dicen, ya sabéis, la famosa frase de nueve envisten y uno piensa.
Lógicamente yo tengo mi opinión pero me limitaré a una apreciación. ¿Cuántas personas quedan junto a Iglesias de los primeros tiempos de Podemos? Miembros y miembras muy válidos y con los que tal vez el resultado hubiese sido otro. Quiero llegar a aquello de “si todos los que están a tu alrededor son malos ¿No sería posible que el malo seas tu?”
Con esto no quiero quitarle su parte de culpa a Sánchez, porque también la tiene al igual que la tienen Casado y Ribera.
A Sánchez le culpo de falta de firmeza. Han resultado un tanto incoherentes tantas idas y venidas, tantas ofertas de uno u otro tipo.
Al igual que ha resultado incoherente y extraña, aunque no inesperada, la postura de Iglesias.
El problema es tal vez más sencillo de lo que parece. Se supone que hemos asistido a un diálogo pero la realidad es que hemos asistido a un debate.
¿Por qué? Por que cuando hay diálogo, se impone el “logos” (el razonamiento, la argumentación) se impone el ponerse en lugar del otro y hemos asistido a un duelo.
Ahora vendrán ¡Cómo no! Las opiniones, como poco innecesarias, de los que quieren decirnos como debemos de hacer las cosas en nuestra propia casa.
En el presente sólo toca un tema que debería ser melodía común y acompasada sobre todo de los Partidos que se dicen progresistas y es el convencer de nuevo al personal para que acuda a las urnas, que vote.
Porque los Conservadores, esos que se dicen liberales pero sólo en lo económico, irán a votar y si les cuadran los números se juntarán para gobernar por mal que se lleven y por mucho que discrepen y de ejemplos tenemos varios, en Madrid, aquí en mi pueblo y en tantos y tantos lugares donde no han dudado ni un instante conservar el poder. ¡Son conservadores! De las tradiciones y los chanchullos.
Y vosotros, los enfadados, los jóvenes y jóvenas indignados, los cabreados, id a votar. No os acomodéis en vuestro desdén y vuestro enfado por la sencilla razón de que lo que no votes tú, te lo votarán otros, y seguramente sea lo menos parecido a lo que tú querías.