Es mucha la gente que piensa que quienes crean empleo de verdad en Extremadura son sus pequeñas y medianas empresas, en manos casi todas ellas de emprendedores autóctonos o afincados en esta tierra. Hay otras muchas personas que piensan que por sí solos no saldremos adelante y que hace falta que vengan proyectos inversores de fuera que ayuden a una industrialización que no logramos conseguir con nuestros propios recursos. Entre estos hay gente que opina que venga lo que sea, “al margen de que contamine más o menos” (algunos técnicos y titulados universitarios entre ellos, que ironizan con eso del medio ambiente), y también hay gente que desea tener información previa y detallada de los impactos de todo tipo de cada proyecto.
Lo cierto es que algunos de los grandes proyectos anunciados al final quedan en el olvido. Acuérdense de la empresa canadiense “Triple Five” y de la Comisión Mixta que se creó entre la empresa y la Junta de Extremadura, cuyo esfuerzo quedó en agua de borrajas. Otros merodean dos e tres años y siguen anunciándose sin que todavía esté claro que van a prosperar; me refiero al proyecto de la Azucarera, que lleva dos años enredando sin aportar los promotores el capital necesario para que los bancos pudieran creer en ellos; Otros, se limitaron a la compra de grandes fincas por los árabes, que se convierten en un bunker del que poco sabemos los extremeños. Y otros, como el matadero, que también llevan tiempo anunciándose sin que hasta ahora tengan, al parecer, decidida su ubicación, aunque dicen que van en serio.
En fin, es cierto que en energías renovables y agroalimentación ecológica han prosperado algunos proyectos interesantes. Y seguramente saldrán adelante algunos más. Pero, con respecto a estos otros grandes proyectos de los que hablamos me gustaría decir al menos un par de cosas importantes.
La primera es que a mi no me preocupa que alguno de estos proyectos incluya un gran casino en el conjunto de una urbanización de turismo y ocio. El daño que el juego pueda causar a los estratos de población más débiles ya está hecho. No puede haber más actividades de juego y apuestas de las que hay. Y debe ser la Administración que las consiente y fomenta la que ponga freno y elimine esta locura. Pero a mí, el que en grandes Resorts de lujo y ocio, se jueguen las perras los sectores más altos de la sociedad me preocupa bastante menos. A este tipo de proyectos lo que sí se les debe pedir es información clara sobre lo que pretenden construir, que se ajusten a las normas que existen para ello ( no repetir la chapuza de la Isla de Valdecañas) y que digan con transparencia lo que piden a las Administraciones y cumplan con las contrapartidas que les corresponda. Todo ello además de que se cumplan también las cifras de inversión y empleo, y los pagos que exija la fiscalidad pública como marque la ley.
La segunda cuestión con respecto a proyectos agroindustriales es que digan claramente lo que quieren hacer. Que fijen plazos que hagan creíbles las inversiones que anuncian. Que digan qué le piden a la Administración y qué aportan ellos. Y que presenten los correspondientes estudios de viabilidad económica, social, ecológica y legal en los plazos razonable para ello.
Algunos de estos proyectos que se nos anuncian a bombo y platillo vienen a ver si consiguen sus objetivos a precio de saldo, implicando a las Administraciones en compromisos desproporcionados, y proponiendo a veces actividades altamente contaminates, que no quieren en otras partes. Hace 40 años que tuvimos que denunciar proyectos de minería, forestales, de energía nuclear, etc., de los que se han beneficiado otros, dejándonos a nosotros solo los riesgos, los impactos en el territorio, o unas instalaciones que serán una amenaza para Extremadura durante muchos años. Pues bien, hoy podría volver a suceder lo mismo. Estemos atentos porque algunas de estas propuestas se están gestando y pronto tendremos noticias de ellas. Y sería una burla y una nueva frustración imperdonable, que despues de haber descubierto la “Economía Verde” se hiciera lo contrario de lo que se está pregonando.
Por tanto, ¿grandes proyectos de inversión a Extremadura? Sí, pero estudiados con seriedad y claridad. Tender alfombras rojas a unos árabes que no nos dicen qué quieren hacer en la dehesa; a unos proyectos agroindustriales grandilocuentes, que se pasan años sin querer aportar el capital necesario para que su proyecto sea creíble; o a otros promotores que no dicen claramente lo que quieren y al final se van con la música a otra parte, ante eso Extremadura tiene que dar una imagen de seriedad, en la que solo prosperen los proyectos planteados con solvencia y claridad.
Todo esto sin perder de vista que quienes merecen un trato especial de nuestra Administración son las pequeñas y medianas empresas extremeñas, que son las que generan empleo y las que muchas veces aguantan plazos o barreras burocráticas inadmisibles para sacar adelante sus proyectos.