Ustedes me perdonarán, pero no soporto a las personas que siempre hablan ex-cátedra y en sus afirmaciones toman además la parte por el todo. ¡Pero que manía! ¡Si no son lo mismo!. Anteayer, viendo una película en la cual un profesor repelente, pero sabio, enseña oratoria a una chica, caí en la cuenta de que cuando mezclas tus propias emociones en un artículo, este surge más cercano, para explicarlo con entonación y sinceridad. Al escribir, intento ser objetiva y ello me lleva a textos aparentemente fríos, pero hoy no.
Es una verdadera aberración “confundir el toro con los cuernos”, que diría el castizo. Pero algunos erre que erre: “Nadie ha hecho nada en todo el tiempo”, dice el/la cultureta para explicar que su concepto de cultura (con él o ella de protagonista) no se ha fraguado.“Es que los funcionarios son todos unos vagos”. “¿Los politicos? Todos unos ladrones” O una más: “Estos jóvenes de ahora, tan atolondrados...”
Puede ser deformación profesional. Como imparto clases de matemáticas, debo conseguir enunciar claramente los términos para que los aprendices tengan las menores dudas posibles en los conceptos que han de hacer suyos. Enseñarles que un precepto no es general si no se cumple siempre, de igual modo que en una suma de sumandos distintos de cero, uno cualquiera de ellos (la parte) es siempre menor que la suma completa (el todo).
Pero también me molesta por la propia imprecisión del lenguaje y por un cierto sentido intuitivo de lo justo. Nadie es más que nadie (dijeron los nobles castellanos) pero tampoco menos, así que por qué debe de soportar una parte lo que corresponde al todo o este último ser enjuiciado por lo qué hace, o deja de hacer, una de sus partes. Y no es pensamiento filosófico. Es verdad pura y dura, cotidiana.
Porque ¿cómo pedir responsabilidades ciertas, sobre algo a alguien, si no se diferencia lo hecho al respecto, por los unos o por los otros? Los humanos somos distintos, aunque a veces nos adocenemos un tanto, y el respeto a cada cuál está en la base de la convivencia. Y se supone que debemos convivir. Digo.
¿Y cómo hacerlo cuando se matan las moscas a cañonazos? ¿Cuándo se quiere construir normalidad sobre la base de dar ejemplo al todo, machacando a una de las partes? La más débil, además.
Yo creo que de todo lo anterior debe tener culpa la escuela, ese lugar mágico que todo lo puede y donde debe enseñarse Lengua, Matemáticas, Conocimiento del Medio...Y además cordura, amplitud de miras, generosidad, sentido común, ética....Y educación vial para conducir por el mundo, un tanto mediocre y mezquino, que entre todos hemos creado.
Lástima que haya tanta gente mayor a la que no se puede escolarizar. Ni se dejaría.
Carmen Heras
