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No queremos flores; queremos derechos

12 de Marzo | 11:22
No queremos flores; queremos derechos
Quizás el tema más controvertido del que se ha estado hablando y escribiendo a diestro y siniestro estos días de atrás es el que se refiere al feminismo, la igualdad, la brecha salarial y esa huelga del pasado día 8 convocada por partidos y sindicatos de la izquierda patria, con el beneplácito de parte de la Iglesia Católica con el Cardenal Osoro a la cabeza al son de “no queremos flores; queremos derechos”. Es muy curioso que precisamente los organismos históricamente más machistas se hayan puesto ahora manos a la obra en eso del feminismo rancio y quieran ser reconocidos como los grandes defensores de los derechos de las mujeres.

La historia es tozuda, y si no fuera por la ignorancia secular de este país, seguramente a muchos de los organizadores de estos saraos feministas les hubieran puesto la cara colorada. La izquierda, al menos en España, excepto honrosas excepciones, ha sido mucho más machista que la derecha y lo sigue siendo, me explico: El derecho al voto de las mujeres en nuestro país vino en 1931 de la mano de Dña. Clara Campoamor del Partido Radical que era un partido de centro-derecha liderado por D. Alejandro Lerroux. Curiosamente quien se posicionó en contra de que votaran las mujeres fue el Partido Radical Socialista de tendencia socialdemócrata y cuya representante Dña. Victoria Kent se opuso aludiendo a que las mujeres en España votaban a la derecha; por cierto, también votó en contra del sufragio femenino el sector del PSOE que encabezaba D. Indalecio Prieto. Anteriormente fue D. Miguel Primo de Rivera quien dio el voto a las mujeres en las elecciones municipales.

Durante nuestra corta y nunca bien ponderada democracia, los gobiernos de la derecha han dado más alternativas en puestos de responsabilidad a las mujeres que los de izquierda y así, por ejemplo, sólo dos mujeres han presidido el Congreso de los Diputados y ambas han sido del PP (Dña. Mª Fernanda Rudí y Dña. Ana Pastor). En lo que alcaldesas se refiere las primeras en ciudades importantes como Madrid, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Cádiz y Cartagena, también han sido populares y en lo referente a las presidentas de comunidades autónomas, también gana el partido popular claramente. Es cierto que al Sr. Zapatero le dio una especie de frenesí feminista y se lio a nombrar ministras a porrillo nada menos que 16 de 40, un 40% frente a un 6% del Sr. González y un 29 y 30% de los Sres. Aznar y Rajoy respectivamente, pero, no es menos cierto, que algunas duraron un par de telediarios y otras, quién no recuerda a las Sras. Aído y Pajín, fueron más floreros que ministras. Podemos a pesar de que no ha gobernado, ya apunta maneras y su líder ejerce de macho alfa y amenaza con utilizar la violencia de género si fuera preciso - Iglesias sobre la periodista Mariló Montero: “La azotaría hasta que sangre. Soy marxista convertido en psicópata”-. Ciudadanos quitando a la Sra. Arrimadas no conoce mujer en las altas esferas del partido y sus líderes en las diversas comunidades son varones en su mayoría. En cuanto al movimiento sindical a día de hoy podemos decir que no hay ningún sindicato cuyo mandamás a nivel nacional sea del sexo femenino.

A mí, me parece muy bien que mujeres y hombres tengan los mismos derechos y deberes, que puedan optar a cualquier puesto de responsabilidad según sus capacidades, incluida la Iglesia Católica, y que el ser madre no se convierta en un hándicap para que las mujeres puedan desarrollar su carrera profesional. En lo que ya tengo dudas razonables, es en esa teoría de que los hombres y las mujeres tienen que ser iguales. Miren ustedes, no hay ninguna especie del reino animal donde el macho y la hembra sean iguales, hay diferencias fisiológicas incuestionables y también psicológicas. Intentar convertir a las mujeres en hombres o a los hombres en mujeres como pretenden algunos movimientos feministas es un dislate fruto del odio que se tiene hacia el otro sexo y el desprecio al propio, y sólo genera desencuentros y violencia.

Algo que también cuestiono es esa moda de la discriminación positiva y la paridad. Por principios, creo que discriminar siempre está mal, sea de forma positiva o negativa por que va en contra del principio de igualdad de oportunidades. Ni a la mujer se la puede premiar sólo por serlo ni al hombre tampoco, habrá que premiar las mejores aptitudes para el desempeño de la actividad en cuestión independientemente del sexo, sobre todo, en estos tiempos donde el derecho a la educación es exactamente igual para unos que para otros. Es cierto que, especialmente en el sector privado, se producen discriminaciones tanto en el acceso a los puestos de responsabilidad como en los sueldos y que esto debe ser corregido, y ahí es donde está la labor de los sindicatos para denunciar estas situaciones, cosa que no hacen, y las instituciones que corresponda para sancionar a los empresarios que discriminen por razón de sexo incumpliendo el art. 14 de nuestra Constitución. La paridad es algo que también objeto y que incluso me parece vejatorio tanto para las mujeres como para los hombres pues, más que valorar su valía lo que hace, es forzar la presencia de un número determinado de féminas o varones en instituciones y organismos sea cual sea la disponibilidad y preparación de los mismos. Si para formar una candidatura electoral exigimos un número de hombres o mujeres determinado, siempre habra la posibilidad de que para cumplir ese requisito dejemos fuera a gente muy válida independientemente de su sexo y tengamos que poner a algún ceporro sólo porque ahora “toca chico o chica”. Hay igualdad cuando se elige a los mejores sin que lo condicione la pertenencia a uno u otro sexo.

Decir que las mujeres no han sufrido discriminación a través de los tiempos y que hoy en algunos países del mundo no la siguen sufriendo, es una ignominia, pero, afortunadamente, nuestro país es, según todas las estadísticas, donde menos se margina y segrega a las mujeres. España es una democracia moderna que ha avanzado muchísimo en los últimos años en la igualdad de derechos, aunque no se quiera reconocer por parte de los populismos patrios ni por algunos medios de comunicación que ejercen de voceros de los que quieren convertir a este país en una república bananera. Afortunadamente en España hay muchas mujeres que luchan por sus derechos, pero, a las que también les gustan las flores. DB


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