La semana que acabamos de dejar atrás pasará a los anales de la historia como un momento estelar para nuestra región, ya que contemplamos atónitos un acto de reivindicación por parte de TODA sociedad extremeña a propósito de la petición de un tren digno para Extremadura.
En ese gesto de rebeldía, hubo algo insólito: un consenso explícito por parte de todos los estamentos sociales, incluido los representantes políticos, quienes fueron realmente los que orquestaron la jornada de protesta.
Por una vez en la historia reciente, todos remamos en la misma dirección, y eso fue un hito histórico.
Según parece, los que tenían que recoger el mensaje, ya han reaccionado (Adif-Renfe y el Ministerio de Fomento), y ya han manifestado que van a abordar el problema estructural de manera prioritaria.
El consenso en las reivindicaciones en aquello de las materias sociales es la mayor arma con la que se pueden luchar frente a las injusticias que afectan a toda una población. Una misma voz que se alce sin paliativos tendrá más fuerza que pequeñas voces sesgadas que siempre serán consideradas como renglones torcidos de Dios.
Este fin de semana he sentido orgullo de ser extremeño: No es fácil que un pueblo tan dócil y adoctrinado en el “a mandar que para eso estamos”, sea capaz de revelarse como lo ha hecho, pero todo es posible cuando hay voluntad.
Tales acontecimientos me han hecho reflexionar. ¿Qué pasaría si ante “luchas menores” como pudieran ser la de la supervivencia de los sectores productivos regionales existiera esa comunión en cuanto a las reivindicaciones? Probablemente, muchas cosas cambiarían.
Claramente, se me ha venido a la cabeza un caso paradigmático: el del sector corchero regional.
Tal y como hacía Plinio el viejo en el senado romano cada vez que tenía la oportunidad de denunciar la amenaza cartaginesa, aprovecho estas líneas para poner el acento una vez más en la precaria situación en la que se encuentra nuestro sector corchero, un santo y seña para la economía regional, algo que parece que aquellos que denuncian con ahínco en Madrid nuestras necesidades, aún no quieren ver o escuchar.
Nuestro negocio se encuentra en avanzado estado de descomposición como así lo demuestran los datos de cierre de empresas, desempleo y decisiones estratégicas de las grandes firmas que controlan el negocio del corcho a nivel mundial. En poco tiempo, y si nada lo remedia, nuestra región se convertirá en una despensa de materia prima secundada por dos o tres empresas de semi-transformación y transformación.
Es hora de que la administración tome el toro por los cuernos y proteja a nuestro tejido productivo de una manera clara. No podemos consentir que el sector se muera por los avatares del mercado, porque como sigamos con esta dinámica, es lo que va a ocurrir.
Desde el Observatorio del Corcho Extremeño (OCICEX) junto con todo el sector venimos trabajando en intentar cambiar la tendencia mediante la definición de estrategias empresariales y productivas, pero el tiempo pasa y los resultados no acaban de llegar.
Necesitamos que esta denuncia sea un clamor, algo que solamente puede nacer de la gente que vive del sector, no solamente las empresas, sino también los trabajadores y el resto de la sociedad, puesto que nuestros cometidos son otros, que son importantes y trascendentales, pero que han de venir acompañado de una petición expresa por parte de la ciudadanía. Ojala que los acontecimientos de este fin de semana en Madrid hayan despertado el espíritu de protesta del adormecido pueblo extremeño, y que esa inercia pueda ser aprovechada para otras causas igualmente loables como es la de luchar por la persistencia de un modo de vida fundamental para ciertos territorios de nuestra región.
