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Opinión-Editorial
MIS MARTES AL SOL

Entre el Tajo y el Guadiana

28 de Marzo | 22:17
Entre el Tajo y el Guadiana
Vivo en una tierra llena de contradicciones. Tan cercana y tan lejana de Madrid. Cerca y lejos del mar. Rica en recursos naturales y menos rica en recursos humanos. Fría y caliente. Emprendedora y burocratizada. Llena de funcionarios o de aspirantes y de gente cabreada con ellos. De periodistas y escritores rutinarios y de los que tienen que irse fuera para aprender y que se les reconozca su talento. También es tierra de políticos y de apolíticos. De empresarios que buscan la subvención y los que huyen de ella, con tal de que la administración no meta las zarpas en sus papeles ni les haga perder el tiempo. Y también es tierra de tradiciones que provocan las mejores emociones, y de otras, más cafres, que repugnan y avergüenzan. Somos tierra de conquistadores; aunque pocos sepan quiénes fueron y qué hicieron. De analfabetos sin instrucción y de analfabetos instruidos, que son legión.

De la generación joven más preparada de la historia y de la que solo sabe competir por abrirse un agujero público donde meter la cabeza con cualquier tipo de oposiciones, pero no de rebelarse contra un paro del 50 por ciento. Somos, además, territorio de secano y regadío, que no sabe sacar aprovechamiento razonable ni a uno ni a otro (salvo honrosas excepciones, que las hay). De viña y olivar, cuyos productos se venden en graneles a precios de ruina. De ovejas y cabras, cuyas mejores razas se van degradando o desapareciendo, para adquirir las que dicen los expertos que son “mejorantes”, cuyas canales o leche transforman ellos, mientras aquí nos dedicamos a transportar animales vivos. De vacas y cerdos, cuyas razas de engorde han desplazado a las nuestras, o cuyos jamones se curan y venden en otros lugares sin cerdos ibéricos (también en esto hay excepciones) . De montes y dehesas entregados al fuego y a la caza como negocios oscuros, o al abandono de pastos por propiedades en “manos muertas”. En suma, somos una tierra de contrastes, en la que al buitre le faltan carroñas por sus roquedos, a las esteparias las envenenan con tóxicos o destruyen sus crías las cosechadoras, o a las grullas las hacen enemigas del agricultor por no pagarle, ni pronto ni bien, los daños que ocasionan al fruto. Todo ello al tiempo que empezamos a comprobar la gran importancia de un turismo de naturaleza que tiene en estas especies silvestres el aliado principal de un futuro que ya ha empezado a florecer.

Ante este contraste de belleza y fealdad, de manifestaciones de lo sabio y lo mostrenco, aparecen brotes esperanzadores de una nueva cultura que concilia lo antiguo con lo moderno, Lo artesano con lo tecnológico y combina lo que aquí producimos con lo que hacen otros países a la vez que se aprenden otras cosas que se intercambian e incorporan a su proceso creativo y productivo. Estoy pensando en ese emprendedor de frutales, al que Chile y otros países le aportaron conocimiento y tecnología, hasta convertirse hoy en el primer productor de fruta de hueso del mundo, y lo tenemos aquí al lado. Y lo mismo podría decir de otros que triunfan con las piezas nobles de los ibéricos, quesos, aceites, vinos, frutos secos, helados, etc. Es esta generación de emprendedores con la que estoy cada día más esperanzado, la que hará avanzar a esta tierra de contrastes, para que la rutina y la burocracia dé paso al emprendimiento y al ingenio, y dejemos de ser una tierra de funcionarios y empleados públicos, o de parados.

Ahí tienen ustedes la bellota como símbolo. En espera de que personas inteligentes la conviertan en aceite gastronómico, cosméticos, harina para pienso y repostería o en licores, cerveza, ginebra, horchata. también en delicatessen con higos, en cereales para el desayuno o seleccionada para la venta en fresco, como la tienen en el Mercado de La Boquería, en Barcelona. En fin, amigos lectores, que en la cuenca media del Tajo y el Guadiana tenemos muchas cosas por hacer. Solo nos faltan más descubridores y emprendedores para esta nueva gesta. Algunos ya nos están señalando el camino.



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