Fitur, que acaba de terminar en Madrid, es un gigantesco escaparate en el que las autonomías buscan colocar lo mejor que tienen, para "venderlo" ante el resto del mundo. Desde el punto de vista del sector. Ya lo dice el nombre: Feria Internacional de Turismo.
Así que cada una contrata grandes stands con referencias manifiestas a su patrimonio, su naturaleza, su cultura...en grandes fotografías bellísimas o en los múltiples soportes que hoy la tecnología permite, y durante tres, cuatro, cinco días, ofrece en la capital de España sus virtudes. Contratando publicidad que sirva de soporte al evento.
Hay aquí, como en otras muchas cuestiones, grandes diferencias entre territorios. Algunos de estos sitios, creados al efecto, son exhaustivos y generosos, otros, más modestos, salvan los trastos, sin más. Todos intentan hacerlo lo mejor posible.
Desde la primera vez que fui a una de estas representaciones me vengo haciendo idénticas preguntas. ¿Para cuándo una feria profesional, donde la mayoría sean profesionales ofertando los productos? ¿Para cuando una representación de quienes realmente están trabajando en este campo, dirigen los hoteles, restaurantes, rutas turísticas, etc? Algunos pabellones ya lo hacen.
Muchas cosas tendrían que cambiar para llegar a ello. Lo primero, el empuje de las empresas y su propuesta de riesgo para anunciarse. Lo segundo, el planteamiento de la administración. Una entidad, que en lugares muy subvencionados con lo público, necesita recrear lo que ofrece y sacarle rendimiento, en votos mayormente y en rentabilidad de gestión.
Esto hace que veamos en los pabellones paseíllos continuos de políticos, rodeados de técnicos que no salen en las fotos aunque sean quienes, la mayoría de las veces, realizan el trabajo y tienen las ideas; observamos las ruedas de prensa previamente concertadas para lucimiento de la autoridad política; y esa efervescencia propia de los eventos importantes, llena de manifestaciones de alcaldes, diputados, presidentes, etc... por los pasillos de la instalación. Con la prensa y el empresariado de acompañantes o espectadores pasivos.
Sería interesante conocer las estadísticas sobre el porcentaje de medios de comunicación de fuera de cada autonomía que se hacen eco de lo programado durante los días de la Feria. Seguramente, encontráramos que el número mayor corresponde a los de la propia región. Con lo que, nos acercamos a Madrid, para ofrecer prácticamente solo en los medios del sitio de partida lo que teóricamente ellos ya conocen y pueden percibir diariamente, por estar ubicados allí.
Se me dirá que para hacer una feria mucho más profesionalizada es necesario que los empresarios ejerzan, como tales, e inviertan en esta publicidad, si la estiman oportuna y necesaria. Se me dirá que no hay muchos que arriesguen su dinero en esta proyección. Lo sé. Pero es que, al igual que un niño no caminará nunca con su propia fuerza si nunca se le permite, tampoco nadie echará solo (o en cooperación con otros) un paso al frente si siempre tiene, íntegro, el soporte de la administración. Y a modo de agradecimiento le consienta creerse indispensable y lucir a sus servidores.
