Dije en un artículo que escribí hace unos meses y que titulaba “El Gafe” que nuestro ex–presidente Sr. Rodríguez Zapatero era un virtuoso del “mal fario” y que los que tenían la desgracia de ser avalados, elogiados o apoyados por tan insigne estadista caían irremediablemente en una espiral de mala suerte. Nada me hacía suponer entonces que su sucesor en el PSOE compartiría esa cualidad, pero los últimos acontecimientos no dan lugar a dudas, el Sr. Sánchez Pérez-Castejón es también un gafe de cuidado.
Como ya expuse, según los estudiosos de la gafancia, hay cuatro tipos de cenizos. Gafe, supergafe, sonatillo y manzanoide. Los más peligrosos son los dos últimos, con una diferencia, mientras el sonatillo reparte mala suerte a troche y moche pero él no la padece, el manzanoide es más solidario y comparte las desdichas que provoca. En el caso que nos ocupa el Sr. Sánchez contrariamente a su predecesor es más bien manzanoide, es decir sufre también las consecuencias del “mal fario” que produce (a los hechos me remito).
Estos gafes patrios tienen una cierta fijación con las elecciones presidenciales de otros países y no pierden ocasión de demostrar su altísima cualificación en el noble arte de dejar “más tieso que la mojama” al que supuestamente quieren beneficiar. John Kerry y Ségolene Royal ya fueron víctimas del buen hacer del Sr. Zapatero, y la Sra. Clinton acaba de caer fruto del virtuosismo del Sr. Sánchez. Nada se les resiste a estos “supercenizos”, ni las encuestas favorables a sus víctimas, ni las meteduras de pata de sus rivales, son infalibles. Seguramente el Sr. Trump nunca será consciente del gran servicio que le ha prestado el ex SG del PSOE y Dña. Hillary tampoco sabrá que ha sido víctima de los efluvios calamitosos del apolíneo y peripatético D. Pedro.
Nadie puede discutir que, últimamente, la influencia de España en la política internacional es un hecho y que ningún país del mundo dispone de tan poderosos embajadores. Por cierto, dicen, que después de lo de EEUU, el Sr. Maduro va a declarar, por si acaso, al Sr. Zapatero persona non grata y a encargar un vudú contra el mal de ojo.
P.D.:
Cuentan que el cura de un pueblo acostumbraba a jugar una partida de dominó todos los días con otros parroquianos, y que a su lado tenía la costumbre de sentarse a observar el evento un lugareño con bastante mala pata. El pobre clérigo, no ganaba una partida ni por equivocación, e interpelado por el mirón de que si creía en los gafes, le respondió mirando al cielo ¡más que en Dios hijo, más que en Dios! Pues eso haberlos, haylos…