Quo Vadis, Quo Vadis

Algunos vemos con absoluta claridad lo qué está ocurriendo. El tiempo será el juez o, al menos, el cronista de los resultados, imprevisibles ahora mismo. Tiene uno los años suficientes para saber que (quizá) la sangre no llegue al río o (quizá) si. Quien sabe...

Porque son tiempos de confusión. De necesidad de esperanza en algo fuera de lo qué tienen muchas personas, algo que les permita seguir con sus pequeñas vidas, llenas de estrecheces y renuncias. Otra vez la teoría del libertador para el pueblo, ese caudillo que cambiará las cosas, que permitirá a unos vivir mejor, a otros escalar puestos que ahora, a pesar de su brillantez, les son negados por la estructura mediocre que existe, a los terceros tener un poco de "cacho" para "comer", a los cuartos...

Cada uno de los grupos (y hay muchos trabajando, urdiendo...) circula en una dirección. Son fuerzas distintas, a pesar de la común apariencia en objetivos, fuerzas que, llegado el caso, pueden moverse en direcciones opuestas, contrarrestándose, perdiendo vigor. Como seguramente ocurra.

Las argumentaciones que se usan son muy simples y por lo tanto muy efectivas y populistas. Hablan de la legitimidad del representante orgánico nacional frente a la de los representantes políticos en los territorios, pasando de puntillas sobre el hecho de que unos y otros fueron elegidos democráticamente más o menos por las mismas personas, en un caso por voto directo, en otro por voto representativo. De la calidad democrática de un tipo u otro de elección nadie ha debatido, por supuesto. Así que cualquiera puede defender personalmente la suya.

Hablan de la "contaminación" de los "jefes" en las comunidades o pueblos frente a la "pureza" de los nacionales, olvidando que, aún teniendo razón en la mayoría de los casos, a muchos de los primeros los refrendaron las urnas con mayor porcentaje que a los segundos, cuando estos últimos hubieron de "enfrentarse" al escrutinio general de unos comicios.

Hablan de la legitimidad de unos votos negativos frente a los positivos en la sesión de investidura, lo cuál es cierto, pero no se matiza que está por ver que estos números se traduzcan en una alternativa clara y unida de fuerzas políticas para lograr un gobierno sustituto. Que no es lo mismo, claro. Nadie parece darse cuenta de que, de seguir así las cosas, el PSOE puede acercarse locamente hacia la desmembración de su estructura, al menos como hasta ahora es conocida.

Parece mentira que ningún responsable político en su territorio inicie un trabajo de debate y enseñanza en el mismo, para que no le huyan en multitud todos los que se sienten abandonados por personas, planteamientos o políticas. Desde lo cercano hasta lo más general y abstracto. El vértigo ante el vacío es cada vez mayor y nada más hay que ver las redes para entenderlo. No me extraña que la derecha no dé marcha atrás en nada. Y hasta disfrute. Sabe o intuye que lo de enfrente puede desaparecer a efectos de rivalidad.