Los amantes

Los encontró más vivos que nunca y sintió morir para siempre.

Vestidos con sus mejores galas, bailaron una danza eterna e imperecedera a cualquier tiempo, estaban simplemente, felices. En la sencillez de lo que en ese instante eran, contentos con el recuerdo de lo que habían sido. Sin ningún miedo de que ella les poseyera de nuevo. Se miraron hondo, entendiéndose el uno al otro. Rememorando aquellas palabras lejanas, que en la distancia parecían un chiste.

Dime, amor, ¿qué haremos cuando nos alcance?
¿Quién cielo?
La peor de las muertes.
¡Vivir, cariño, vivir!

Le cogió la mano desnuda de existencia, pero vestida con el amor que él le procesaba. Cruzaron los restos de sus dedos y se llevaron la pasión con ellos, su querer mutuo e intacto.

Ni siquiera la vida que se escapa, a través, de la podrida carne que deja el cuerpo en simples huesos, pudo separarlos. Permanecieron juntos e infinitos, más allá, de las horas inalcanzables.

Bellos, como jamás hasta entonces lo habían sido, hermosos en su ligereza. Dos amantes unidos en un solo esqueleto, la misma figura perenne.

Los encontró más vivos que nunca, y la monotonía sintió morir para siempre.

Se miraron de nuevo.

Dime, amor, ¿qué haremos cuando nos alcance?
¿Quién cielo?
La peor de las muertes.
¡Vivir, cariño, vivir!

FIN