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PSICOLOGEANDO

Feminismo masculino

7 de Marzo | 13:47
Feminismo masculino
El 8 de marzo es una de las fechas más especiales que existen en el calendario. Con la excepción del Día del Trabajo, esta es la que más tradición histórica tiene, y la que mayor consenso ha conseguido. En casi todos los países del mundo se realizan actos de alguna clase, y es un día festivo en países tan grandes como Rusia o China. La fecha esté llena de simbolismos, ya que viene de una huelga de mujeres en una fábrica de Estados Unidos, hace más de un siglo, pero también es el día que se permitió en España que las mujeres fueran a la universidad, por ejemplo.

¿Por qué necesitamos días especiales? Porque lo que se reivindica, se celebra o se recuerda sigue siendo especial. Porque a pesar de los evidentes avances en igualdad, el mundo sigue siendo machista. Porque cuando algo se convierte en natural no hay que recordarlo, pero mientras sigamos necesitados de cambios, se necesitan símbolos que lo recuerden. Esta no es una celebración comercial, no es una fiesta para descansar o divertirse, no es un capricho de unos pocos. Esta fecha ha contribuido durante más de un siglo a cosas ahora tan simples y evidentes como que la directora de este medio sea una mujer, o que no nos sorprendamos si vemos a una mujer conduciendo un autobús.

Este año, por cierto, el mensaje está centrado en la igualdad en el mundo laboral en transformación, con el objetivo de que en 2030 trabajen el mismo número de mujeres que de hombres (remuneradamente se entiende). Ahora mismo no llegan a la mitad las mujeres que trabajan en el mundo, frente al 76% de los hombres.

Pero con todo, es una fecha extraña. Da la sensación de que es una fecha femenina. La mujer pide, la mujer reivindica, la mujer reclama igualdad. Es en definitiva el mensaje que se da constantemente frente al machismo: la mujer tiene que… la mujer puede… la mujer es… La carga sobre sus espaldas. Este día, colectivos, asociaciones y grupos organizados de una u otra manera de mujeres contribuyen con su granito de arena a conseguir un mundo más justo para ellas. Pero ¿qué hacemos los hombres?

El feminismo es, según la RAE, la ideología que defiende que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres. Es una afirmación tan fácil, tan evidente, tan justa, que resulta increíble que alguien diga que no es feminista. Quizá porque, por ignorancia social, se confunde el termino con hembrismo, movimiento minoritario que defiende la superioridad de la mujer. O quizá porque, como todas las reivindicaciones sociales, tiene una carga emocional incómoda para la sociedad. Si alguien pide es que alguien puede dar. Y quien puede dar siente amenazados sus privilegios cuando se los piden. Es la historia de todos los logros sociales a través de la historia. Y en este caso, quien tiene que repartir los privilegios es el hombre.

Creo que hasta ahora se han hecho muchos esfuerzos con las mujeres, pero pocos con los hombres. Creo que hace falta masculinizar el feminismo, o mejor, feminizar lo masculino. Hace falta más feminismo masculino. Es verdad que muchas mujeres que trabajan en el movimiento feminista reivindican esa lucha como suya, como algo de las mujeres. Es cierto, pero también lo es que podríamos avanzar más si los hombres sintieran que también tienen su lucha en este tema. Porque para muchos, el hecho de que sean ellas las que tienen que… hace que se quiten el mochuelo de encima.

Lamentablemente vemos últimamente demasiados asesinatos de mujeres en manos de hombres. Y los mensajes que se dan en los medios son para las mujeres. Es algo curioso. Tienes que denunciar, tienes que huir, tienes que buscar ayuda, tienes que ser valiente, tienes que esto tienes que lo otro. Tú, mujer, tienes que… tú eres la responsable de que te pase algo si no lo haces. Pero no es así, el responsable si te matan es el asesino. Y quienes lo consienten. Y no veo mensajes claros a los asesinos ni a los consentidores. Pongamos un ejemplo extremo. Durante años hemos sufrido en este país el acoso y la violencia de terroristas a determinadas personas y grupos. Pero entonces no le decíamos a las víctimas que tenían que esto o tenían que lo otro. Los mensajes se los dimos a ellos, a los terroristas. Se les amenazó, se les persiguió, se les conquistó de alguna manera. No se ha criticado a ninguna víctima de ETA por no haber abandonado el País Vasco. Más bien al revés, se le valoró su valentía.

¿Por qué entonces no hacemos lo mismo con la violencia hacia la mujer? Probablemente porque la ejercemos los hombres. Todo el colectivo de los hombres. Y asumir eso es atribuirnos responsabilidades incómodas.

Pero es así, somos nosotros los que las matamos, somos nosotros lo que seguimos disfrutando de determinados privilegios solo porque son costumbre social, somos nosotros los que ganamos más que ellas, los que mandamos más que ellas, los que cambiamos menos pañales que ellas, los que seguimos sintiendo de alguna forma que somos superiores aunque solo sea en algunas cosas. Y somos nosotros los que debemos sentirnos feministas, desde lo masculino, y equilibrar esta maldita balanza de una vez.

Empecemos por decirlo. El lenguaje es el arma más poderosa que tenemos. Y aunque me ha costado encontrar frases feministas dichas por algún hombre, termino con una de Kurt Cobain: La violación es uno de los crímenes más horribles de la tierra y pasa a cada minuto. El problema con los grupos que lidian con la violación es que educan a las mujeres para que sepan defenderse. Lo que realmente se necesita es que eduquen a los hombres a no violar. Ir a la raíz y empezar por ahí.


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