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ACARICIANDO LA HISTORIA

La otra Historia de las Navas de Tolosa

1 de Marzo | 11:02
La otra Historia de las Navas de Tolosa
Este año  se cumple el  804 aniversario de la famosa batalla de las Navas de Tolosa, batalla  donde la carga de los tres reyes cristianos, Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra, y Pedro II de Aragón, dio al traste con los planes de conquista del califa Muhammad Al-Nasir, más conocido para el mundo cristiano como el “Miramamolín”, quien tras la victoria de Alarcos en el año 1195, había avanzado la frontera almohade hasta los Montes de Toledo.

Uno de los reyes cristianos que no participó en tan importante batalla fue Alfonso IX de León, quien desde prácticamente el inicio de su reinado estuvo en constante conflicto con el rey castellano.

Alfonso IX, rey de León,  fue excomulgado por Celestino III  tras  enterarse del  pacto  firmado entre este y los almohades, pacto que garantizaba una tregua de cinco años entre ambos contendientes. Era el año 1195. Es más, tal debió de ser el cabreo de Celestino III, que concedió las mismas indulgencias que a los cruzados a todo aquel que quisiera emprender acciones contra el Reino de León.

Resulta curioso que cuando Alfonso VIII de Castilla hizo lo mismo, es decir, pactar con los almohades, nadie alzara la voz ni se escandalizara…ni siquiera el pontífice.

Pero volvamos a la batalla…eso sí, sin olvidarnos del rey leones.

El 7 de julio de 1212, el rey castellano acampaba junto al castillo de Salvatierra, donde se reunía con Pedro II de Aragón y con Sancho VII de Navarra. Al día siguiente, Alfonso VIII convocaba a las tropas cristianas y a los reyes de Navarra y Aragón en un consejo de Guerra.

Sorprendentemente, la intención del rey de Castilla era desviar la cruzada y dirigirla contra el rey de León. Y esto no es que lo diga yo. El mismo Rodrigo Jiménez de Rada nos lo cuenta en su Historia de Rebus Hispaniae.

Evidentemente tanto Pedro II como Sancho VII se opusieron a tal decisión, apoyados por el arzobispo de Narbona, Arnau Almaric.

Sobre la batalla y su desenlace  poco o nada puedo contar que no se  sepa ya. El 10 de julio las tropas cristianas se dirigieron  al Puerto del Muradal, acampando en el río Fresnedas. Esto lo sabemos gracias a la documentación. Lo que no sabemos es si Alfonso VII habría conseguido quitarse de la cabeza al rey leonés.

El día 16 de julio de 1212 se producía la batalla campal entre cristianos y almohades, con el resultado que todos sabemos.

Pero tras la victoria cristiana de las Navas , parece ser que el comportamiento de los caballeros de la cruz fue  guiado por la barbarie y por la sed de sangre. El 19 de julio las tropas cristianas asaltaban la población de Baeza. Su mezquita, llena de refugiados, niños, mujeres y ancianos en su mayoría,  fue literalmente quemada con todos dentro. Tampoco lo digo yo. Nuevamente Rodrigo Jiménez de Rada nos lo cuenta en su Historia de Rebus Hispaniae.

Tras arrasar la ciudad de Úbeda (como no tenían forma de retenerla,  los cruzados prefirieron destruirla totalmente), el 23 de julio se daba por finalizada la expedición, y las tropas cristianas  regresaban hacía el norte.

Los Reyes Católicos fundaban a finales del siglo XV un cuerpo de policía llamado “la Santa Hermandad”, cuyos miembros vestían unas casacas con mangas de color verde, y que por un motivo u otro, siempre llegaban tarde cuando se requería su presencia. De ahí viene la famosa frase de “a buenas horas mangas verdes”.

Pero quizás uno de los precedentes a estas “mangas verdes” fuera el duque de Austria, Leopoldo VI, quién a principios de agosto se presentaba en Calatrava junto a su ejército de cruzados para presentar batalla a los almohades. A buenas horas Leopoldo.

El 3 de agosto, Alfonso VIII de Castilla comunicaba al Papa Inocencio III la gran e importante victoria de las Navas.

El 11 de agosto, en Toledo, el arzobispo de Narbona, quién también actuaba como legado apostólico en Provenza, hacía partícipe de la victoria cristiana al abad de Citeaux y al capítulo general de la Orden del Cister. 

También Berenguela, hija de Alfonso VIII de Castilla comunicaba y hacía partícipe de la victoria cristiana a su hermana Blanca de Castilla y a su esposo, Luis de Francia. A su vez, Blanca de Castilla comunica la noticia a Blanca de Navarra, hermana de Sancho el Fuerte.

Está claro que la Historia la escriben los vencedores. Pero como homenaje al aniversario de la victoria de las  Navas de Tolosa que se llevó a cabo el pasado año 2012, donde tantos actos han tenido cabida, unos con mejor acierto que otros, eso si, quiero dar a conocer la versión de la otra parte, la de los almohades, los derrotados en esta batalla.

Voy a permitirme la licencia de reproducir  aquí la carta escrita por Al Nasir, el “Miramamolín”,  quién consiguió huir atravesando Baeza, Jaén, Sevilla, y después el Estrecho de Gibraltar., dando cuenta de la batalla de las Navas, carta de la que se tiene constancia gracias a  una copia del año 1312 de Ibn `Idari Al- Marrakusi, y traducida por Ambrosio Huici Miranda en su obra “Colección de Crónicas Árabes de la Reconquista. Vol. II. Al-Bayân al-mugrib fî tisar ajbâr mulûk al-Andalus wa-l-Magrib… Los Almohades, 2 t”., Tetuán, 1953-1954.

"Hasta ahora os ha protegido Allâh y os ha ayudado según su voluntad. El rey de Castilla, viéndose el año pasado impotente para triunfar, se ocultó en su país hasta de la vista de los hombres y se decidió a implorar el auxilio de los reyes de su religión, para que le socorriesen a precio de dones y regalos, por ver si en ellos encontraba remedio a su impotencia. Fueron sus frailes y sacerdotes desde Portugal hasta Constantinopla, gritando desde el mar de los griegos hasta el mar verde: «¡Socorro, socorro; misericordia, misericordia». Llegaron los siervos de la cruz, de todo desfiladero

profundo y de todo país lejano, acudiendo día y noche de las cumbres de las montañas y de las playas de los mares; fueron los primeros en acudir los francos, que se extienden por las regiones del Este y del Norte; siguiólos el Barcelonés con lo que disponía de hombres y socorros; el rey de Navarra estaba sometido a la protección de los almohades y recibía socorros pecuniarios de ellos con gran largueza; pero maldíjolo el Señor de Roma, si no guerreaba al lado de su gente y se unía a los príncipes de su religión; unióse pues a este ejército con ardor y se metió en aquel mar revuelto en que todos invocaban la cruz.

Nosotros invocamos [a Aquél] que oye y responde…; cuando nos movimos con los almohades y demás musulmanes, vimos que el pueblo extremaba su esfuerzo y que había afilado en el camino de Allâh sus espadas; supimos que nuestro pueblo –que no tiene igual en el mundo– y que esta común empresa –que gobierna Allâh y San Gabriel y [el musulmán piadoso] y los ángeles–, sería después triunfante, pues es el partido de Allâh, por el cual se ha honrado siempre el polvo y se ha glorificado la religión extraña en tiempo de la unidad y del extrañamiento.

Pedimos a Allâh que nos guiara por el buen camino y que nos colocase en su mejor servicio, y le suplicamos que nos iluminase para bien del Islam. Llegamos delante de Jaén y nos establecimos allí por algunos días, esperando a que decreciese el Guadalquivir, cuya corriente iba muy hinchada y con su crecida por la parte tración y del tesoro, que es lo más importante.

Los infieles entre tanto se reunían en Toledo, como langostas, por su número y por los daños que habían de hacer; [Sabemos con certeza que era una cantidad como no se había reunido de infieles otra igual desde hacía cientos de años]; el señor de Castilla los trataba con afecto y paciencia, permitiéndoles devastar sus tierras y comprándolos con los bienes de sus súbditos y soldados. Nosotros supimos con certeza que reunió…; cuando decreció el Guadalquivir, entramos en campaña con nuestras tropas, movióse también con rapidez el infiel y destruyó los castillos fronteros que hallaba en su camino. Luego los dos ejércitos se batieron en el sitio llamado [al-Marsa], entre los musulmanes y sus enemigos en un día de estrellas aciagas. Esperamos que lo tenga Allâh en cuenta y [acepte esta acción nuestra]. Apretó el combate y no tuvieron valor las vidas, pero quiso Allâh purificar a los creyentes y afligir a los infieles; así que la amargura de aquel día fue sobre todo para los seguidores de la cruz y el buen resultado sólo para la gente del Islam [y de la Fe. Se separaron] los dos ejércitos [y los musulmanes iban fuertes, sus haces guardados] por el poder de Allâh; [la guerra no alcanzó a ninguno de ellos y su número no disminuyó].

En estas guerras ha querido Allâh que haya alternativas y que sean como un circo para las naciones… los soldados numerosos, los estandartes desplegados, persiste la constancia y las recompensas de Allâh están preparadas.

No temáis [que nosotros no lo estamos]; mirad nuestra mayoría sobre los infieles y el auxilio contra ellos de los ángeles [soldados] de Allâh, que son los mejores auxiliadores [apoyos]. No dejará Allâh a los creyentes hasta tomar venganza de sus enemigos, ni abrirá camino a los infieles sobre los musulmanes. Os hemos hecho saber esto para que conozcáis la batalla tal como ha sido y los hechos en su realidad [esta calamidad en su verdadera proporción], para que veáis que no han tenido muertos los almohades y que no han sido alcanzados ni muchos ni pocos. Dado a fines de Safar de 609."

Lo cortés no quita lo valiente. Siempre es interesante conocer la otra parte.



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