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ACARICIANDO LA HISTORIA

Don Rodrigo Ximenez de Rada, descanse en Paz

28 de Enero | 14:56
Don Rodrigo Ximenez de Rada, descanse en Paz
El 10 de junio del año 1247, moría en el Ródano Don Rodrigo Ximénez de Rada, Arzobispo de Toledo, Primado de España, y capitán de las fuerzas cristianas en la batalla de Las Navas de Tolosa.

Regresaba Don Rodrigo de Lyón, donde se había entrevistado con el papa Inocencio IV, asistiendo al I Concilio Lugdunense, el cual se celebró entre los días 28 de junio y 17 de julio de 1245.

El objetivo de este primer Concilio de Lyón, el número XIII de los Concilios Ecuménicos de la Iglesia Católica, no era otro que arrebatar a Federico II Hohenstaufen, también conocido en su época como “Stupor Mundi”, el estupor del mundo, sus títulos de rey y emperador. Los cargos de los que acusaba Inocencio IV a Federico II eran los de usurpar bienes eclesiásticos y oprimir a la Santa Iglesia Católica.

Finalmente Federico fue desposeído de sus títulos y excomulgado. Nada nuevo para él. Ya fue excomulgado en el año 1227 por el papa Gregorio IX por hacerse el remolón ante la orden de acudir a luchar a Tierra Santa, llegándolo a calificar como el “Anticristo”. Y es que el Stupor Mundi prefería cultivar su mente y su intelecto a tener que guerrear lejos de su casa.

Ya de paso, también aprovecharon  en este I Concilio de Lyón para excomulgar a Sancho II de Portugal por ser un hereje, obligar a los cistercienses a pagar diezmos, y a decretar el uso del sombrero rojo como propio del obispado. Ante todo hay que estar a la moda.

Pero volvamos al tema que nos ocupa, Don Rodrigo Ximénez de Rada, ya que nada más morir, empezaron los litigios, luchas y peleas por hacerse con la sepultura del autor de “De rebus Hipaniae”.

Resulta que siendo Don Ximénez todavía un joven estudiante, en Paris, no se le ocurrió otra cosa que escribir un pequeño documento conocido como “El Testamento”, donde dejaba bien clara la intención de ser enterrado un vez muerto, evidentemente, en el Monasterio de Huerta.

Dicho y hecho. Pedro Abad recibía  en este monasterio el cuerpo embalsamado del Arzobispo de Toledo, ante el descontento y miradas atónitas  de los toledanos. Desde luego razones no les faltaba para ello. Además de ser su arzobispo, Don Rodrigo fue el impulsor y alma mater de la construcción de su catedral. A pesar de ello, los toledanos no reclamaron para sí la sepultura del navarro, ya que pensaban que lo mejor y lo más justo era dejar descansar a su arzobispo en Paz, y que no era cuestión  molestarlo en su sueño eterno.

Sin embargo, no pensaron lo mismo los monjes del Monasterio de Fitero, quienes reclamaban el cuerpo embalsamado del arzobispo. Parece ser que a ellos tampoco les faltaban razones. También su monasterio había recibido el aliento de  Don Rodrigo, como la Catedral de Toledo, y además, decían los de Fitero, que construyeron a instancias del arzobispo un mausoleo donde ser enterrado el día de su muerte…,por si esto era poco,  Don Rodrigo Ximénez de Rada era navarro de nacimiento. ¿Que mejor lugar para su descanso que la tierra que lo vio  nacer?

Por supuesto, según los cistercienses de Fitero, el famoso “Testamento” de Don Rodrigo era una auténtica falsedad, siendo falsificado por sus criados, quienes preferían Santa María de Huerta como lugar de descanso eterno para el arzobispo. Unos a otros se recriminaban falsedades, favores, amistades, parentescos, anteriores enterramientos de familiares, de santos…toda una locura.

Finalmente, Don Rodrigo Ximénez de Rada, se quedó en Santa María de Huerta. Supongo que el tener su cuerpo desde el primer momento les dio algo de ventaja…

Seguramente desde su morada celestial, pensaría el arzobispo que acabada esta disputa entre navarros y sorianos, su cuerpo podría descansar en tranquilidad….pobre Don Rodrigo, ni muerto le dejan a uno tranquilo.

Su sepulcro fue abierto en el año 1508 por orden del Cardenal Cisneros; en 1558 tras desbordarse el río Jalón; en 1670 cuando se levantó la verja de la capilla; en 1766 al construirse un nuevo retablo en la misma capilla donde el duque de Medinaceli costeó la verja de 1670; en 1733 tras desbordarse nuevamente el dichoso Jalón; en 1865 cuando los gobernadores eclesiásticos toledanos quisieron sin éxito,  trasladar el cuerpo del arzobispo a la Catedral de Toledo (lo que no protestaron en el momento de su muerte lo protestaron 618 años después); en 1886 cuando a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y a la Real Academia de la  Historia les dio por estudiar sus restos; en 1907 porque se le antojó al marqués de Cerralbo; en 1947 para celebrar el séptimo centenario de su muerte; en el año 1968 para ser restaurado por el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte….

Don Rodrigo, de corazón, espero que algún día pueda  descansar en Paz.

 



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