Me van a permitir vuestras mercedes que hoy no dedique mis opiniones a los titulares de la prensa patria y verse mi parrafada sobre noticias que, aún figurando en páginas interiores, tienen, en mi opinión, motivo para ser comentadas.
Tener a un ciudadano 643 días en prisión preventiva es un auténtico atentado contra los derechos fundamentales de las personas se trate de quién se trate. Eso es lo que ha ocurrido con el Sr. Rosell que, para más inri, ha sido absuelto por la Audiencia Nacional. La justicia en nuestro país es, en demasiadas ocasiones, más injusticia que justicia. La privación de libertad cuando no hay sentencia que así lo indique debe aplicarse sólo en casos muy excepcionales y por un periodo corto de tiempo, no es de recibo que se hipotequen dos años de la vida de una persona porque se le antoje a un juez y más cuando el delito que se le supone no pone en peligro la integridad física de nadie. Soltar a un presunto asesino, violador, pederasta, etc., cuando hay claros indicios de su posible culpabilidad puede estar justificado porque puede ser una riesgo para la sociedad, pero, en cualquier caso, no se puede tener encerrado a un ciudadano sine die por la inacción de la justicia. En España se abusa de la prisión preventiva, tenemos una justicia lentísima y sobre todo y, eso es lo peligroso, el “in dubio pro reo” ha desaparecido y, ante la duda, uno es culpable mientras no sea capaz de demostrar su inocencia.
De puñalada trapera se puede tachar la jugada que ha perpetrado el tal Garrido cayendo en los brazos de D. Albert después de aceptar bajo juramento ser candidato por el PP al Parlamento Europeo hace sólo unos días. Ser eurodiputado es un chollo, es el cargo de representación política mejor remunerado y que menos quebraderos de cabeza da, por eso, a uno le extraña que este pollo haya renunciado a esta prebenda salvo que el Sr. Rivera le haya prometido el oro y el moro. Cs es un partido buitre que se nutre de los cadáveres políticos de otros partidos. Tiene una ideología tan poco definida, tan voluble y maleable que ahí cabe cualquiera siempre que tenga algún pedigrí político y buenas tragaderas. El Sr. Garrido ha quedado ante la opinión pública como un perjuro y un felón y D. Albert como un político sin escrúpulos al que sólo le importa conseguir el poder al precio que sea. ¿No creen ustedes que el Sr. Rivera se va dando un aire al Sr. Sánchez?, ¡joder que tropa!
El Sr. Sánchez está llegando a unos niveles de ignominia, deshonor, oprobio, infamia y baldón que ni Fernando VII en sus buenos tiempos. Sacar en la tertulia televisiva un documento y, a sabiendas de su falsedad, intentar imputar a la Junta de Andalucía es ya el colmo de la cara dura. Sin embargo, uno tiene la impresión que al pueblo soberano estas “canalladas” se las trae al pairo. Este mentiroso compulsivo que tenemos por presidente y que podemos seguir teniendo si las urnas no lo remedian, ha hecho de las trolas sus únicos argumentos y, lo que es peor, ha conseguido que millones de españoles se las traguen como si fueran placebos que remedian todos los males. Lo malo será cuando venga “el tío Paco con la rebajas”, cuando sueldos y pensiones estén en peligro, cuando España se resquebraje y cuando la paz social sea una quimera, entonces quizás alguno se acuerde de que votar a un mentiroso sin escrúpulos es peligrosísimo y, si no, al tiempo.
