Se disgustó la niña porque no podía quedarse con su madre y comprendí el enfado de la pequeña y lo necesario que nos es a los humanos saber gestionar desde la infancia las pequeñas o grandes frustraciones de la vida.
Hay encuentros hermosos por méritos incuestionables y cuando resultan y hallas en ellos las concordancias, percibes la belleza de los contrastes de posiciones, lugares y estéticas distintas, engranado todo en un gran mosaico lleno de vitalidad y colorido, alrededor de un centro, eso sí. Porque siempre precisamos la motivación.
Lo lejano en la distancia no tiene por qué serlo en los afectos y así vienes a descubrir los puntos afectivos de gentes diversas, tan similares todos ellos, aún procediendo de culturas distintas con costumbres singulares.
El mundo es un gran pañuelo y no solo porque al cabo puede que en él nos tropezamos todos, si no porque en aspectos fundamentales, las personas reaccionamos igual y con ello somos capaces de comunicarnos por mucho que tengamos distinto color de piel y de ojos. O de cabello.
Me gusta el mestizaje, los diferentes encuadres, las maneras diversas (para explicar lo mismo) de decir las cosas, las conversaciones de reconocimiento, el ambiente multicolor de mujeres y hombres con niños y sin niños, lo moderno y lo clásico, el rito de siempre y la influencia de lo de fuera. Si hacer siempre lo mismo genera seguridad, el entender que no hacerlo es una opción, infunde confianza en el progreso, en la existencia de un futuro para cualquier humano.
El mundo es mucho más que las cuatro paredes de tu territorio, las gentes son más que las que tenemos próximas en el día a día, los paisajes, el viento, el sol o la lluvia existen diferentes, y aún así iguales, cuando observas con atención. Y es la mirada de cada uno la que lo coloca todo en un determinado lugar, la que lo ratifica o lo niega, con un verdadero esfuerzo de desarrollo.
Cuando pasen los años y solo quede la memoria, recordaré las conversaciones y los gestos. Esa manera propia de conciliar alrededor de una buena comida. Ese mover al mundo desde la intuición y la inteligencia práctica. Para reconocer cuanto tiene de avance y de apoyo entre generaciones, el que la tecnología nos ayude a convivir. Nos aproxime y nos conecte.
Esa niña de seis años que juega con sus elfos y al mismo tiempo maneja como nadie el teléfono móvil de su abuela, es el futuro que ya viene. Y así es. Ya está aquí.
Carmen Heras
