La mayor o menor implicación de los directamente afectados, hace que un proyecto sea realizable o no. De nada vale que alguien con buena intención elabore unas bases sólidas para su desarrollo, si los que han de creer en ello y sentirse comprometidos lo ven como ajeno a sus intereses y a su actividad diaria.
Cuando visité el Ayuntamiento de Cádiz me sorprendió ver el nombre de Segismundo Moret en uno de los arcos del techo de la sala principal del edificio. Gaditano ilustre, nació allí en 1833, la ciudad le rinde homenaje de manera continua pues todo aquel que visita el recinto lo percibe como alguien a tener en cuenta, cómo alguien por quien interesarse si acaso no conociese de quien se trata.
Segismundo Moret fue Ministro de España, incluso Presidente del Consejo de Ministros y Presidente del Congreso de los Diputados y un hombre adelantado a su tiempo. La ciudad que hizo, alrededor de la mina que explotó en Cáceres, para los directivos que trabajaban allí, siguió las pautas urbanísticas de la ciudad jardín inglesa, tan recomendable entonces, y aún ahora. Las viviendas individuales, el economato, los laboratorios, la iglesia, el cine y la piscina, así como un gran parque para el ocio de chicos y mayores constituyen un todo armónico y referencial que revela la mentalidad de quienes la construyeron.
Sorprende que los humanos tropecemos tantas veces en la misma piedra. Terminada la explotación mineral de la zona, la no sustitución por otro tipo de proyectos y la falta de objetivos específicos comunes de las distintas asociaciones del barrio de Aldea Moret, ha hecho de la zona un lugar que ha pasado de unos tiempos dinámicos en razón al trabajo, a una especie de adormecimiento, si se observa desde el punto de vista general del progreso y evolución de la barriada. No ayuda la ausencia de un líder vecinal verdaderamente reivindicativo ante las Administraciones.
La construcción de un número importante de viviendas sociales con su posterior adjudicación sin matices, incorporó al barrio una problemática añadida a la del paro y la falta de instrucción para el empleo, con absentismo escolar incluido. La escuela ha bajado en número de alumnos que buscan la manera de estudiar en otros lugares de la ciudad, con lo que las perspectivas de un instituto que pudiera ofrecer a la zona algún revulsivo, se han cerrado.
Aún con todo, hay personas que siguen peleando, inasequibles al desaliento, por Aldea Moret. Las últimas han presentado ante la opinión pública un proyecto de un parque temático en el barrio que busca poner en valor lo qué fue y los restos del pasado que quedan. Cabe preguntarse, no obstante, si (aún cuando se lograse) podría ser un lugar aprovechable para los propios vecinos más allá de sentirse orgullosos de él.
Carmen Heras
