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Opinión-Editorial

Igual y distinto

21 de Marzo | 13:34
Igual y distinto
Cavilábamos una colega y yo, esta mañana, sobre el sistema académico y su relación con los puestos de trabajo. Ambas somos conscientes de las dificultades de interconexión entre los dos, sobre todo en estos tiempos difíciles (no más que otros) donde existen distintas variables que inciden en el caso. 

De forma general no puede exigírse a los propios alumnos que caminen por delante de su propio presente; ellos son sujetos pasivos de una oferta que toman o dejan, sin más. Hay pocas personas que gocen de la capacidad de adelantarse a lo considerado “común” en su propia época y hacer prospectiva. 

La comunidad de objetivos facilita la organización en un proyecto, pero no siempre consigue una mayor eficacia. Se me dirá que no están los recursos materiales y presupuestarios para malgastarse, pero lo cierto y verdad que muchas veces la cuestión general tapa las particularidades que son realmente las que importan. Es como si todos los libros del mundo estuvieran reunidos en su totalidad en una sola biblioteca. La existencia de varias, según temáticas, según especialidades, según centros, según alcances da un valor mayor al arte de manejar y disfrutar con los ejemplares. 

Se me enseñó, desde pequeña, a valorar su interés. “Libros y cosas útiles” (decía mi padre) cuando se pensaba en hipotéticos regalos para nosotros, y así (en esa simbiosis entre libro y obsequio) se fraguó mi infancia y adolescencia, de modo que poseer un libro era tan importante como poseer una joya (fuera cual fuera el valor monetario de ésta) o un juguete caro. Entonces no existía internet, ni su amplia colección de saberes, puesta a disposición de quien sepa “navegar” bien. 

Pero, en contrapartida, el mundo de entonces era mucho más misterioso. O al menos así lo identificábamos. Nada sabíamos de las posibles relaciones entre ingresos y gastos, entre estudio y trabajo, o ciencia e investigación. El deseo de los padres porque los hijos estudiasen una carrera, tenía que ver mucho más con la intuición de un futuro mejor que con un completo plan de ajuste y mejora, perfectamente elaborado, con recursos apropiados de intervención. 

Bien es verdad que desconocíamos muchas de las herramientas posibles, no como ahora cuando existen disciplinas con modelos de respuestas aproximadas que facilitan la toma de decisiones de un modo similar a las aplicaciones que adelantan con bastante exactitud si habrá lluvia o no, frío o acaloramiento. 

Resulta por ello sorprendente que no llevemos al lado una libreta con tácticas para conseguir un abanico de oficios o puestos de trabajo en relación con los estudios generales e incluso algunos estudios de mercado. “Construir” maestros no es igual que “construir” médicos y “construir” médicos no es lo mismo que “construir” arquitectos o psicólogos clínicos o especialistas en enfermedades raras, así que ¿por qué hemos de adiestrarlos de la misma manera? Y sobre todo, ¿por qué han de hacer unos el trabajo de otros? 

Carmen Heras



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