Ha comenzado una nueva era, todo ha cambiado, nada volverá a ser igual, no, no es broma, no, es una realidad,…, bueno, una realidad un tanto distorsionada por algunos, un sinsentido, algo que no tiene ni pies ni cabeza, pero es una realidad. ¿Y a qué viene esto?
Hace más o menos una semana los informativos se hacían eco, actualidad informativa, de la presentación de la lista del partido del señor Puigdemont, una pena porque el pobre sigue de Erasmus y no lo han esperado. Ahh, no, que no está de viaje de estudios, que se fue, que huyó, bueno, presuntamente huyó, y ahora no puede volver, ni él ni sus compañeros de colonias, presuntamente. Pero no pasa nada, que nadie se asuste, todo está bajo control, que no puede ir a recibir besos y abrazos, aplausos por doquier, él lo soluciona, ¡para qué están las videoconferencias! Listo.
Desde que el ex presidente se marchara a Bruselas han sido muchas las intervenciones de las que hemos sido testigos, quien pensara que este viaje supondría el silencio, qué equivocado estaba, es más, parece que al amparo de los kilómetros se siente más resguardado. Cómo para no sentirse protegido, recibe visitas con frecuencia, fletan un avión con alcaldes afines, llega seguidores y seguidores para mostrarle su apoyo y encima estamos pendientes noche y día de a ver con qué nos va a sorprender a la mañana siguiente.
Y ya lo último de lo último era la gran campaña que nos esperaba, qué podíamos esperar visto lo visto. Pues sí, comenzó esa precampaña con la presentación de las listas de su partido a través de videoconferencia y ahora tenemos Puigdemont hasta en la sopa, nunca mejor dicho; en el desayuno lo vemos, en la comida nos cuenta con qué no está contento y en la cena da pequeñas pinceladas de sus objetivos, más que conocidos por todos.
Yo sigo sin acostumbrarme a ciertas cosas y entre ellas está esto, hacer campaña a través de las pantallas; una campaña electoral es mucho más que soltar un discurso y recibir aplausos, es el contacto con los votantes, que te den la mano, besos, escuchar sus necesidades, sus propuestas, sentarse a comer con los vecinos de un pequeño pueblo, tomar café con una asociación en un barrio, en definitiva, hacer campaña electoral no es esto.
Las campañas electorales ya por sí mismas son frías y agotadoras, no se sabe cómo te van a recibir al pueblo al que vas, puedes estar rodeados de afines, pero puedes ser recibido con abucheos y hostilidades, así que claro, el señor Puigdemont se está ahorrando todo esto, está claro que por circunstancias legales no puede estar presente en Cataluña pero ¿qué habría pasado en caso de hacer campaña a la antigua usanza?
No lo vamos a saber pero visto el panorama, explorado la campaña que está haciendo su partido y los que llevan el mismo camino, quizás sea mejor estar a mil y pico de kilómetros, por lo que pueda pasar, claro, no vaya a ser que la avalancha de fans sea tan extrema que el candidato se vaya a sentir agobiado, o se quede solo, nunca se sabe. Mientras tanto tenemos Puigdemont al aparato.
