Al margen de esa circunstancia vengo manteniendo desde hace algún tiempo que Extremadura, a pesar de sus limitaciones infraestructurales de ferrocarril, aeropuerto y plataformas de transporte, tiene otras ventajas en las que está a la cabeza de ésta España nuestra, como es en carreteras, agua embalsada, dehesas espectaculares y espacios naturales que no tienen por qué ser una desgracia como algunos predicadores reputados pretenden. A partir de aquí podemos lamentarnos y flagelarnos todos los días, o como vengo exponiendo en mis últimos artículos, coger el toro por los cuernos y lidiar con lo que tenemos, como han hecho en otras zonas que han sabido pasar de la pobreza y las carencias a situaciónes de mayor bienestar y esplendor de sus territorios y sus gentes.
Me decía recientemente un empresario que lidera hoy el sector de la fruta de hueso, que esas carencias de las que les hablo, con ser ciertas, no le han impedido crear un verdadero emporio industrial, regional, nacional e internacional; les hablo de Tany Nature, que exporta a 35 países; o de Cristian Lain, ese grupo empresarial capaz de inventarse un sector nuevo y extenderlo por el mundo, diversificando cada día más sus actividades. Y ello desde una pueblo pequeño y una zona llena de limitaciones. No estamos hablando de casos aislados, podría hablarles también del éxito de dos grupos cooperativos, ahora que tan mala prensa tiene el mundo del cooperativismo, por la malas prácticas de algunas de ellas. Ahí tienen a Acopaex, liderando el sector del tomate industrial con unas instalaciones dotadas de la más moderna tecnología, o reflotando con éxito dos empresas legendarias de la conservería española, llevadas a la quiebra por empresarios públicos y privados (el último fue Ruiz Mateo) que vuelven a estar a la cabeza de ese sector en España. También podemos fijarnos en Viñaoliva, con 27 cooperativas asociadas, que lideran la venta de vino y aceite en graneles (situación obligada por ahora, dada la anticuada superprodución de la viña y el olivar), y que empieza a elaborar productos de más valor añadido. Lo mismo podríamos decir de la empresa familiar
Japasur, en el estratégico sector del cerdo ibérico para Extremadura, que está llamada a liderarle en España, compitiendo como la primera en la relación calidad/precio, en un mundo en el que otras zonas controlan los mercados, siendo Extremadura la que aporta la mayor parte de la materia pirma. Y termino estas citas que pueden llevarnos a la reflexión con una pequeña empresa como As Pontis, en la Sierra de Gata, haciendo uno de los mejores aceites del mundo como acreditan los premios internacionales que jalonan su joven andadura.
Podría citarles otros muchos casos de empresas pequeñas, medianas y grandes que triunfan dentro y fuera de España, en sectores como el vino, aceite, conserva, frutos secos, cereza, miel, lacteos, y en el sector de la agricultura ecológica. Llevo un tiempo siguiendo de cerca a sus promotores, y son la nota de optimismo que quiero trasladarles en esta columna de hoy. Se puede cambiar la situación progresivamente, si ese centenar de empresas de vanguardia que tenemos en nuestra Comunidad crecen y extienden la cultura del esfuerzo, la imaginación y la innovación por toda nuestra geografía. Solo hay que fijarse en estos casos de buenas prácticas y pedirle a la Administración que reforme cuanto antes la enorme burocracia que actúa como una losa para el desarrollo de la gente más emprendedora de la Región.
Mi última reflexión en esta columna de hoy va también para las empresas que deben liderar este proceso. De todos es sabido que el ritmo de cambio en una sociedad es cada vez más vertiginoso y no son todos los que aceptan el reto de adaptarse a ese ritmo. La transformación digital que supone la 4ª Revolución Industrial deja sin resuello a muchos, a otros les resulta tremendamente difícil acompasarse a ella y otros la obvian, porque no se percatan de lo que supone para su futuro, o porque les viene grande y no dan el paso de cambiar y adaptarse a los nuevos imperativos. Los triunfadores serán los capaces de innovar en su actual modelo de negocio, en la forma de operar en sus procesos de trabajo, en crear productos de mayor valor añadido, en cambiar la manera de relacionarse con sus clientes y proveedores, y como no, en saberse aprovechar de las nuevas formas de dar soporte a sus empresas gracias a la tecnologías que trae consigo la transformación digital. El modelo de organización de una empresa (sus líderes, sus empleados, sus estructuras y sus equipos de trabajo) deben dejar de ser el clásico freno de progreso por culpa de componentes mediocres y por la falta de una buena gestión del talento.
Mantengamos pues la denuncia y la reivindicación de nuestras carencias infraestructurales que son reales como la vida misma, pero fijémonos en aquellas personas que a pesar de esas carencias saben evolucionar y crear iniciativas empresariales de éxito industrial y de empleo, a veces desde los lugares con más limitaciones.
