Cuando escribo esta parrafada aún no se ha manifestado el “fantasmón” Puigdemont. No sé todavía si la Península Ibérica va a trocearse más o lo van a dejar para más adelante. Ocurra lo que tenga que ocurrir, España es un auténtico batiburrillo donde nuevamente los españoles se han empeñado en despertar a nuestros fantasmas históricos que como saben, los que estudiaron antes de la LOGSE, son terribles. Nuestro gafe mayor del reino, el Sr. Zapatero, se empeñó mediante la desafortunada ley de la “vendetta histórica” en que los espectros volvieran a pasearse por el territorio patrio y pusieran los pelos de punta al personal, que por fin cayó en la cuenta de lo que era eso de las “dos Españas” e incluso alguno ahora está averiguando lo quería decir D. Antonio Machado con aquello de “Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.
Después de una transición modélica y de haber vivido los años de mayor prosperidad, libertad y democracia de nuestra historia, hemos vuelto a las andadas. El secesionismo, la anarquía, el comunismo rancio disfrazado de populismo bolivariano y el socialismo “pedrista” están empeñados en que rehagamos nuestra historia y convirtamos a España en una república bananera, eso sí muy federal, donde el estado no exista y las naciones proliferen en función de su renta per cápita y de una supuesta legitimidad histórica basada en embustes, falsedades e incultura supina.
Estos días de zozobra para algunos e ingenuidad para otros y, mientras el secesionismo naZicatalanista acaparaba los medios, algunos partidos políticos supuestamente constitucionalistas, se corrían una juerga de por parte y, con más cara que espalda, se hacían pasar por devotos adoradores del diálogo y del consenso. Estas pandillas de vendepatrias y traficantes de burras cojas, cada uno a su estilo y sin importarles un pimiento la unidad de España, se están dedicando a poner palos en las ruedas de un gobierno que debe velar por que se cumpla la Constitución y el estado de derecho.
La ambición desmedida del preboste del nuevo PSOE marxista-leninista le está llevando a derroteros tan ridículos como peligrosos. Ya es un dislate hablar de plurinacionalidades y encima nombrarlas con un desconocimiento absoluto de nuestra historia, pero, lo que ya demuestra sin lugar a dudas necedad y estulticia es pedir la reprobación de la vicepresidenta del gobierno por cumplir con su obligación. Han tenido que salir militantes históricos del PSOE de verdad a poner la cara colorada a este ególatra y a sus palmeros.
Lo de D. Pablo, alias “Madurito Chen”, es aún si cabe más grotesco. Este caudillito de pijos sin oficio ni beneficio, de vagos profesionales, de aprovechados y de matones de la peor calaña, es el mayor bellaco y felón de la escena política patria. Con tal de acabar con España, palabra que le da arcadas, es capaz de lo que sea. Lleva tiempo conspirando con los secesionistas y hasta, fruto de su incultura, dice que Cataluña es una nación. Acabar con la democracia y el estado de derecho en nuestro país es el gran anhelo de este estalinista de salita de estar amante de las dictaduras.
Pues bien, a los ingenuos y no tan ingenuos que creen que hay que dialogar con delincuentes, con golpistas o con filoterroristas, nos los han vestido de blanco y los han sacado como si fueran la santa compaña a pedir que se negocie con quienes incumplen las leyes, con traidores y con bandidos que hace ya algún tiempo que deberían estar en la cárcel. Nada de banderas que puedan herir susceptibilidades ¡faltaría más! Los símbolos constitucionales de España les dan repelús, aunque bien que en otros “festejos” que organizan aparecen con toda clase confalones, pendones o gallardetes a cuáles más retrógrados y casposos. Tras tan lechosa apariencia se esconde el candor de unos pocos y la cobardía de muchos que se camuflan detrás de colores de rendición porque les falta lo que hay que tener para defender a su país de la traición, de la vileza y de la infamia.
¡VIVA ESPAÑA!
DB.
