Sin quitarle el menor protagonismo a Pedro Sánchez, que es a quien han elegido los militantes del PSOE para el gran reto que este partido tiene para enderezar su rumbo ante la sociedad española, en el que el nuevo líder tendrá que demostrar su capacidad política, digo que es la hora de Cristina Narbona, cuyo mérito también es de Pedro por haberla propuesto para Presidenta del PSOE, porque a pesar de las muchas oportunidades que ha tenido para la gestión ambiental en España, en los más altos niveles, siempre tuvo contrapesos por encima de ella que frenaban sus iniciativas, en tiempos en que el discurso ambiental era un florero al que sacrificaban los gobiernos en aras del “pragmatismo y la viabilidad”.
Empiezo recordando una entrevista en la que Cristina cuenta que su conversión al ecologismo la hizo tras leer “Extremadura Saqueada”, lo cual me llenó de satisfacción y estrechó nuestros lazos de amistad y colaboración por todas las instituciones en las que tuvo responsabilidades. He sido testigo de las tensiones que hubo de soportar (algunas compartidas), e incluso de las concesiones que tuvo que hacer para sobrevivir políticamente (lo que también generó algunas tensiones entre nosotros). También he sido testigo directo de la evolución de su discurso, que fue cambiando desde su formación de economista hacia otra concepción más compleja y rica de la sociedad, indagando en las causas del deterioro ecológico y social.
La energía nuclear fue uno de los primeros temas que nos ocasionó serios problemas con las gentes del aparato socialista que eran defensores acérrimos de las centrales nucleares. Cristina defendió la energías renovables sin ambigüedad, pero había mucha pasta en juego. Luego vino la gestión del agua y las obras públicas. También fue una etapa conflictiva en la que se fue consolidando una nueva cultura del agua, dentro de grandes conflictos y tensiones con la política de trasvases, en la que a través del Consejo Nacional del Agua pudimos imponer a algunos tecnócratas que había que asegurar el caudal ecológico de los ríos. Su labor aquí fue importante y extremadamente difícil. Menos me gustó la política de espacios naturales, en las que se dedicó excesiva importancia e inversiones a los “corralitos” de los Parques Nacionales y muy poco a la multitud de espacios interesantes que hay en nuestro País, sin lograr que la protección de especies protegidas llegara a todas las realmente interesantes, y centrándose en una cuantas que se tragaron cantidades escandalosas de recursos económicos, no siempre justificados. Y lo que es más importante: la protección de las especies y razas autóctonas no puede hacerse a costa del agricultor o el ganadero, pagando mal y tarde los daños que tiene que soportar, lo que les convierten en enemigo de una conservación que no puede hacerse sin ellos y en ningún caso a costa de ellos.
En fin, a pesar de todo el balance de la gestión de Cristina, por los sitios que ha ido pasando es sumamente positivo. Lo fue como Embajadora en la OCDE, organismo en el que fue elegida por los Embajadores de 34 países como Presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores. Y también lo fue como miembro de ese organismo siniestro, denominado Consejo de Seguridad Nuclear, en el que tantas veces ha tenido que votar en solitaria contra muchos de sus temerarios acuerdos.
Cristina Narbona, con la experiencia adquirida en tres décadas de responsabilidades públicas, y el discurso que ha ido desarrollando hasta hoy, además de su talante conciliador, es una de las figuras más interesantes que tiene el PSOE, tanto para elaborar programas creíbles y bien construidos, como para una futura gestión de Gobierno que permita volver a una socialdemocracia sería y competente, y a jugar un papel en la Unión Europea y en el mundo como le corresponde a España, aparte de romper definitivamente con episodios de corrupción y de burocracia que tanto han perjudicado a los socialistas.
Pedro Sánchez, rodeado de personas del prestigio y la experiencia de Cristina Narbona, puede llevar al PSOE a recuperar a mucha de la gente que ha perdido, y a que le voten de nuevo los que dejaron de hacerlo.