“¡Hasta la Muerte con Ella!”, “¡Viva la Reina!”, “¡Qué guapa eres, mae!”, y términos semejantes en una Semana Santa de Badajoz con acento andaluz que no entiendo aún por qué esos dejes malagueños y sevillanos. Y una devoción que rebosa por las calles devotas y de ferviente fe con lágrimas en los ojos y moqueos. Además los que no somos muy asiduos de cofradías, “besapies” y demás, disfrutamos de este espectáculo de tanatorio andante y de llorera popular.
Son más afines al peso del Santo, del Dios o de su Madre los costaleros, incapaces de abandonar a su Muñeco, como nos referimos los menos “procesionales” a las Imágenes. Tanto es así, que el año pasado, llevando el Viernes Santo por la noche a la Patrona de Badajoz, la Virgen de la Soledad, sonó un fuerte estruendo, unos dicen que tiroteos de radicales, otros un pobre beodo que golpeó una valla, y la minoría que un orgasmo de gitana en medio de la plazoleta de Santa María junto al Luis de Morales; y se produjo un detenimiento de la marcha fúnebre con la enlutada Madre del Señor, que bajó de las alturas e hizo que los costaleros mientras vociferaban “¡Hasta la Muerte con Ella!” salieran por debajo del paso corriendo despavoridos, los nazarenos arrojaran las velas que quemaron las pelucas de muchos octogenarios. De hecho, un titular famoso fue: “El bisoñé del peluquero se puso negro entero”.
En mi casa estaba cenando precisamente cuando escuché a un tumulto gritando y corriendo. Subí la persiana para contemplar la visita gloriosa de la que estaba de duelo: los cojos abandonaron sus muletas para unirse a la maratón vertiginosa tal y como hacen los que fingen una baja por rotura fibrilar; los ciegos cogieron sus cupones, soltaron a sus lazarillos para seguir a los sordos que indicaban el camino de las ambulancias con las sirenas a todo volumen; los ateos se arrodillaron y se sobrecogieron a la locura de amor por la Patrona; y los mancos sacaron manos del bolsillo para apartar al gentío mediante tortas. Un milagro en toda regla. Y mientras tanto, la Sole solita que se quedó en la Plaza Alta.
La Semana Santa recoge siete días de hazañas míticas y de la crecida de un orgullo local, como aquella señora que hizo un comentario de órdago sobre su Parroquia, a la que elevaba de entre las demás por tener un Cristo de los buenos, como tiene el Papa en el Vaticano, un Cristo de la marca “INRI”.
O aquel despistado joven que peguntó qué día de la semana caería este año el Viernes Santo. O bien ese ilustrado que paseaba regocijándose de la escucha como prócer de la famosísima ópera de “La Calisto”, de Cavalli, que se paró frente al paso de Las Descalzas, atendió al ambiente mortuorio y al tambor rítmico y acompasado y a los feligreses de negro con pañuelos bordados en oro secando el moquillo, y dijo: “¿¡Armas cántaros, quién se ha morío!?”. En fin, deben de ser hechos auspiciados por el humo ascendente del incienso, el mismo que envolvía la confusión de la Sole del 2016 entre carreras y elucubraciones acerca de la causa de aquel estruendo extravagante, y por supuesto, imaginaciones provocadas por los golpes de las navetas lanzadas por aquellos que se santiguaban amantes de su Patrona… La bella Soledad que yo, francamente y sin que sirva de insulto, no encuentro un resquicio de hermosura en esa faz inclinada y en esa expresión de hastío…
Quizá la Sole esté algo cansada de salir todos los años haciendo el mismo recorrido, con la misma gente llorándole, con la misma propaganda floral y con las mismas palabras de vocación y de admiración. Tan cansada que ya pasa de dar lluvias y mal tiempo, por eso este buen sol en esta Semana Santa.
Para atraer a más emocionados y emocionadas, a más colaboradores económicos de las Cofradías, propongo, sobre todo para el Domingo de Resurrección cuyo recorrido es al mediodía y el Sol extiende su canícula por la Plaza de España y el albedo nace de las baldosas blanquecinas, colocar junto a los asientos, unas barras libres con cerveza fresca, tal y como se hace en la Almossassa, Palomos, Carnavales y todas las fiestas y eventos de nuestro Badajoz: que acompañamos de alguna bebida el orgullo de nuestra fiesta “por el bien de la cultura pacense y por su trascendencia nacional…” como bien dice quien se sienta en el trono del Ayuntamiento…
Felices Pascuas.
