Pecábamos de pensamiento, palabra, acción y omisión, todos nos íbamos a quedar ciegos y no digo nada si le habías tocado el culo a una chavala, de las dos leches que te arreaba el cura de turno no te libraba ni Dios.
Han pasado los tiempos, han pasado los años y ahora, además de los autobuseros está la nueva religión de “lo políticamente correcto” tiene sus nuevos popes que están atentos a señalarte, a marcarte como pecador. ¡Arrepiéntete pecador, penitenciare!
Ahora tienes que tener un lenguaje adecuado, inclusivo, igualitario, no sexista, neutro... porque ofendes a los nuevos popes autoproclamados defensores de la única verdad verdadera de salón y galería.
De nuevo los tiempos nos han traído el nihil opta con lo que queda demostrado que “nihil novum sub sole”.
No se enteran estas nuevas aves del gay trinar que la ofensa no va en el mensaje ni en el mensajero, que la ofensa, si existe, va en la intención, pero los autoproclamados, henchidos en su soflama, no ven más allá de sus políticamente correctas convicciones, no sea que los señalen a ellos, no sea que se vean excluidos del falso Parnaso de lo que toca.
A ver si nos enteramos de una puñetera vez que si un señor se llama Pepe López Ngma, nacido en Madrid, español y más negro que la noche, no es un hombre de color. Es un hombre y negro para más señas.
Nunca se me ocurrió discriminar a nadie por su color, por su raza, por su sexo o por su orientación sexual. ¡Si que además me importa un carajo! Cada quien es cada cual y hace, si le da la gana, con su capa un sayo. Pero lo que nunca aceptaré es que me digan “Es que eso es... xenofobia, machismo, feminismo, homofobia...”
Lo dicho, estoy cansado de tanto autoproclamado vigilante de la corrección, de lo políticamente correcto o de la voluntad divina.