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Agricultura, GanaderĂ­a y Toros

El Ministerio de Agricultura subvenciona con 3.550,000 €, a AECERIBER, burlando las condiciones de compatibilidad que establece la norma comunitaria

20 de Febrero | 14:19
El Ministerio de Agricultura subvenciona con 3.550,000 €, a AECERIBER, burlando las condiciones de compatibilidad que establece la norma comunitaria
Una reciente pregunta parlamentaria, registrada por el Diputado de Ciudadanos, Toni Cantó, cuestionando y censurando los métodos que la Asociación Española de Criadores de Cerdo Ibérico, (Aeceriber) utiliza para testar y verificar la pureza de los animales reproductores de la autóctona raza porcina ibérica y su posterior inscripción en el Libro Genealógico, ha puesto al descubierto los más de 3,5 millones de euros que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) ha reconocido haber entregado a Aeceriber durante la última década, en concepto de subvenciones para la gestión del citado registro censal, cuya administración oficia en exclusiva Aeceriber desde 1987, por expresa concesión del referido ministerio. 

Estas millonarias aportaciones ministeriales proceden mayoritariamente del fondo del Programa Agrícola de Desarrollo Rural, –cofinanciado por la Unión Europea–, y figuran vinculadas al estricto cumplimiento de lo que el prevalente Reglamento (UE) Nº 702/2014 (por el que se regulan determinadas ayudas para los sectores agrícola y forestal) define como <<Libro Genealógico>>: “cualquier libro, registro, fichero o sistema informático, en el que se inscriban o registren los animales reproductores de raza pura de una raza determinada, haciendo mención de sus ascendientes (progenitores)”.

Razón de ser, que confluye igualmente en el decálogo ideológico de Aeceriber, “los Libros Genealógicos de las razas domesticas nacieron con la intención de garantizar la pureza racial y verificar las genealogías de las razas de las diversas especies domesticas”.   

El Ministerio de Agricultura, hace caso omiso del artículo 2, apartado 48, de este Reglamento de la colección Comunitaria, –que paradójicamente reconoce manejar–, a la hora de canalizar y repartir estas millonarias subvenciones, puesto que Aeceriber ha empadronado en el Libro Genealógico 455.000 ejemplares (a 4,93 € por cabeza) que no disponían de ascendencia conocida (parentesco directo) ni pedigrí de la raza ibérica.

Algo difícil de explicar, si se tiene en cuenta además que una copia de dicho archivo censal figura depositada en la base de datos del propio MAPAMA y es sometida a continuas actualizaciones. 

Registro auxiliar para camuflar impunemente reproductores sin parentesco conocido       

Uno de los puntos más sobresalientes que incluye la norma de calidad del cerdo ibérico, pasa por la obligatoria inscripción en el Libro Genealógico, de todas las madres reproductoras existentes en las explotaciones que cumplan con el prototipo racial, –una especie de patrón morfológico–, que Aeceriber ha diseñado con las características anatómicas supuestamente comunes a todos los ejemplares de la raza ibérica.

El “modus operandi” seguido por sus técnicos, –aprobado previamente por el propio MAPAMA–, para identificar y calificar a todos estos ejemplares como animales de pura raza o 100% ibéricos, culmina con una sencilla revisión visual sobre prefijadas partes corporales del animal. 

Para camuflar a estas más 431.000 falsas madres reproductoras, en el archivo de la raza ibérica, (representan el 84% del censo total) la cúpula de Aeceriber acondicionó en el año 2008 un fichero satélite, dentro del reglamentario Libro Genealógico cuyo nacimiento se remonta a 1987. Este periférico registro censal, –bautizado como auxiliar–, fue creado ex profeso “para inscribir hembras con una edad mínima de 6 meses que posean los caracteres definitivos de la raza y carezcan de antecedentes genealógicos”, según reza una de las cláusulas de su arquitectura composicional.

Ceremonia procedimental, que también pone en valor su presidenta, Lucía Maesso, en la revista Consumidorex, “en la sección auxiliar se incorporan sólo hembras por primera vez y con genealogía desconocida. El Libro Genealógico da un trato muy diferente a los padres y a las madres, pues permite la admisión de hembras sin genealogía, pero no de los machos cuya inscripción requiere pureza conocida desde sus abuelos como minino”. 

Pero la caprichosa realidad, se encarga de despejar las sombras que empañan la cada vez más difusa y opaca gestión de Aeceriber. Al analizar la citada sección auxiliar, se constata que a finales del año 2013, había igualmente inventariados 23.597 sementales cuneros, es decir, machos sin progenitores conocidos. 

La admitida falta de pureza genética: el derrumbe del ibérico y la confirmación del fraude 

Fruto del patente nerviosismo, que se ha instalado últimamente en Aeceriber, –una asociación ganadera monopolista y privilegiada, que goza de un poder ilimitado y que nadie osa siquiera molestar–, sus dirigentes han asestado el golpe de gracia definitivo al acorazado sector ganadero del ibérico y su Libro Genealógico. 

En uno de los párrafos del comunicado de prensa difundido recientemente por Aeceriber reivindicando la legalidad de sus actuaciones, –duramente criticadas por Toni Cantó en su demanda parlamentaria–, su portavoz aseguró sin lugar a equivocadas interpretaciones, “que pertenecer como hembra reproductora a la sección aneja del Libro Genealógico de la raza porcina ibérica no garantiza en ningún caso una pureza racial al 100%. Las hembras incorporadas al Libro Genealógico en el registro auxiliar no se consideran en ningún caso hembras 100% ibéricas o hembras de raza pura (sólo aquellas pertenecientes a la sección principal y cuyos padres y abuelos estén inscritos o registrados en el Libro Genealógico de la misma raza)”. 

La confesa y admitida falta de fidelidad genética de casi todo el censo de las madres reproductoras de la raza ibérica, pone al descubierto un descomunal fraude de calidad alimentaria, porque las piezas cárnicas obtenidas de la canal de un animal nacido mediante un cruce reproductivo entre estas falsas hembras ibéricas y sementales de la norteamericana raza duroc, (la norma de calidad del ibérico, –R.D. 4/2014–, permite este tipo de cruzamientos, pero exige que las hembras tengan un 100% de pureza genética de la raza ibérica y figuren inscritas en el Libro Genealógico) jamás llegarán a poseer el porcentaje del 50% de raza ibérica –modalidad productiva mayoritaria en el sector– como certifican sus etiquetas.

Por si esto no fuera suficiente, añádase a ello el hecho de que la citada normativa sectorial, obliga a que “todos los productos deben de proceder de animales con al menos el 50% de su porcentaje genético correspondiente a la raza ibérica”, para poder utilizar la ventajosa designación comercial de IBÉRICO. 

Según la memoria, difundida por el MAPAMA, la pasada campaña se sacrificaron 2.343.351 animales de <<50% raza ibérica>>, la mayoría alimentados con pienso y confinados en colosales granjas industriales. 161.392 ejemplares de <<75% raza ibérica>>, y solamente 172.316 animales fueron tipificados como genuinos y preciados pata negra, o lo que es lo mismo, <<100% raza ibérica>>, cebados con bellotas en época de montanera y pastoreados en la dehesa. 

El plácet del MAPAMA a la nueva reglamentación del Libro Genealógico: la solución para generalizar la contaminación genética en la cabaña ibérica 

Pero esto sólo es un anticipo de las demoledoras consecuencias que para la autóctona raza ibérica se avecinan, tras la adopción de políticas que desechan la pureza genética.

La reforma de la reglamentación del Libro Genealógico, propuesta por los gerifaltes de Aeceriber y aprobada en marzo de 2016 por el vigente Director General de Producciones y Mercados Agrarios del MAPAMA, Fernando Miranda, permite catalogar, normalizar y registrar como ibéricos puros de pleno derecho, “a todos aquellos reproductores de ambos sexos que tengan al menos dos generaciones completas de ascendientes (padres y abuelos paternos y maternos) inscritas en el libro genealógico de la raza ibérica”. 

Mediante este desconcertante y esperpéntico beneplácito ministerial, –muñido y fraguado a medida, para abortar la recuperación de la autóctona raza pura, por quienes deberían ser sus primeros defensores–, se regulariza la futura transferencia y propagación de material genético de otras razas porcinas a la piara de reproductores, que año tras año engrosarán por miles la sección principal del Libro Genealógico como artificiosos ibéricos de pura raza, puesto que la mayoría serán portadores de cargas genéticas de una abuela materna, –como hembra reproductora base o primaria–, que fue apuntada en el Libro Genealógico de la raza sin disponer del 100% de pureza genética ibérica, sin parentesco conocido y sin haber sido sometida a pruebas de genética molecular (análisis del ADN). 

La tendencia actual, –liberalizando e intensificando la introducción de animales contaminados genéticamente en el registro censal–, dista mucho del modelo que avanzaban y abrazaban estos mismos mandatarios de Aeceriber, –allá por el año 2012–, decretando como obligatoria la aplicación de medidas de control científico para borrar cualquier atisbo de sospecha sobre la pureza de los reproductores archivados en el Libro del porcino ibérico, “debido a los cruzamientos indiscriminados entre la raza ibérica y la duroc, los caracteres morfológicos de los ejemplares alumbrados, en algunos casos se ocultan y podrían no apreciarse a simple vista, razón por la cual la aplicación de las técnicas de genética molecular sobre los animales pertenecientes al Libro Genealógico de la raza es una obligación de Aeceriber de cara a la veracidad del mismo (…)”. 

(Nota de prensa llegada a redacción de El Correo Extremadura)



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