Tiempos modernos

A las 5,35 de la madrugada suena el teléfono pegándome un susto de muerte. Menos mal que no lo tengo cerca y lo he oído a lo lejos. Aún así me desvela. No era urgente, ni para mí, una llamada de esas que se producen sin querer, por llevar el auricular en el bolsillo del pantalón, seguramente.

Este es el tiempo de la inmediatez, todo en vivo y en directo, sin apenas pensar. La importancia de aquella en nuestras vidas es clave, te descuidas en responder a un mensaje dos horas, porque has estado en tus quehaceres y no lo has visto, y ya tienes medio enfadado a quien te lo enviara, acusándote de que no te ocupas o no quieres contestar. Tiempos modernos.

Ese es el título de una película clásica de 1936 dirigida por Charlie Chaplin. Ahora estamos en el año 17 del siglo XXl, así que con mayor motivo lo de la "modernización". Yo no la veo tan clara, al menos observando comparativamente al siglo anterior. Dada su juventud, aún no tenemos demasiados datos de éste. Pero el dicho aquel de "no me gusta como caza la perrina", pudiera aplicarse...

Hoy pienso en mi padre como prototipo. Nacido en 1918, fue un hombre moderno. En realidad creo que todo el siglo XX, y por ende sus gentes, fueron mucho más modernos que las de este siglo XXI. Al menos, hasta ahora.

La curiosidad, ese "invento" malsano según el diccionario (nos lo cuenta la filóloga Paz Battaner, nueva académica de la RAE) guió a mi padre de una forma intuitiva hacia la autoformación. Mi madre no siempre lo entendía, pero lo apoyó cuando decidió hacer una casa individual, en vez de un piso, en una zona antigua y céntrica y construir un huerto familiar donde los árboles frutales fuesen los protagonistas, y las hortalizas y otros productos tuvieran su papel en el consumo interno. Ahora nos cuentan con grandes exclamaciones como los franceses han puesto en marcha normas que permiten tener pequeños huertecitos en las casas, y como en España los huertos escolares son motivos de interés para la educación de los adolescentes...pero antes otros ya lo hicieron.

Mi padre pensaba que podía ser interesante el uso de energías alternativas a la nuclear, a pesar de tener una hija que quiso hacerse especialista, en época de ebullición de aquella. Muchas veces hablaríamos de ello, de las posibilidades del sol y del viento cuando se consiguieran fórmulas rentables de almacenaje. Y en más de una ocasión visitamos juntos los interiores de algunas centrales hidroeléctricas, lo que influyó poderosamente, sin duda, en la elección de mi carrera.

Yo veía a mi padre recortar los artículos científicos o divulgativos sobre alimentación. En ellos se detallaba la importancia para la salud de algunos alimentos básicos, desde los más humildes hasta los más complejos. Tal como repiten y repiten hoy los nutricionistas en boga y los modernos cocineros. Tan ensalzados. De ahí a conocer las tesis de Faustino Cordón, sobre la alimentación como base de la biología evolucionista y su libro "Cocinar hizo al hombre", sólo hubo un paso. Tan lógico...

Tiempos modernos, si. En inquietud, en humanidad, en deseos de progreso. Aquellos.