El amigo “Kichi” flamante alcalde de Cádiz, gracias al “pedrismo” o al “susanismo” qué más da, ante las dificultades que tienen las gaditanas para insertarse laboralmente, ha organizado los tan socorridos cursillos pagados con fondos públicos y dirigidos por ediles de la cuerda para que todo quede en casa. Nada que objetar a tan brillante iniciativa que además conlleva que, dado que la tarea de encontrar empleo en “la tacita de plata” es larga y tediosa, las cursillistas aprendan el “bello arte” de tocarse el chichi o el parrús, como dirían en mi tierra natal, para hacer más llevadera la espera.
Hay una cierta atracción por el onanismo en nuestra izquierda patria, supongo que debido a la represión sexual del franquismo o a la pertinaz sequía. Aún recuerdo hace unos años algún cursillo organizado por instancias oficiales en Extremadura sobre “el arte de la paja”, eso sí, para ambos sexos, ¡faltaría más!, aquí practicamos la igualdad en todos los campos.
Volviendo al cursillo de marras, a mí me intrigan algunas cosas. En primer lugar, si hay que hacer deberes en casa, ahora que está tan mal visto por la progresía, y en segundo lugar, y no menos importante, cuáles van a ser los criterios de evaluación y si van a haber exámenes teóricos y/o prácticos. Otro asunto que no queda muy claro es si se van a hacer grupos de nivel, o adaptaciones significativas para aquellas alumnas que destaquen por su pericia o por su falta de entusiasmo. También supongo que se utilizarán sonómetros para medir los decibelios de los jadeos, grititos y otros sonidos acordes con el desempeño de la tarea como parte de la citada evaluación.
Naturalmente espero, que el profesorado sea elegido mediante concurso-oposición y que en el currículum se haga constar el nivel de virtuosismo en “gatillarse” o “buscarse a Nemo”. En estos asuntos el aprendizaje mediante la reproducción de modelos da muy buen resultado, pero lo que es fundamental es dar el conocimiento de los resultados o feedback. El feedback debería darse mediante una hoja de observación sistematizada en la que estén indicados los componentes del gesto técnico, es decir la habilidad. A las cursillistas se les señalarán los aspectos realizados correctamente y los incorrectos, indicándoles también si el gesto en general lo realiza fluido o hay disfluencia (ya me entienden ¿no?).
Como ustedes verán un cursillo de estas características no es moco de pavo, aunque yo por muchas vueltas que le doy no veo la relación entre la estimulación del clítoris y la inserción laboral, salvo que, como la capacidad de crear empleo de los podemitas gaditanos es más bien escasa, a alguna buena mujer le sirva de desahogo.
P.D. Si en una ciudad como Cádiz con más del 40% de paro, se monta un curso de estas características para insertar laboralmente a las mujeres, patrocinado por el ayuntamiento, y no salen las gaditanas a correr a gorrazos a “el Kichi” y sus muchachos, es que ya no hay herederas de las que, como dice la copla, se hacían tirabuzones con las bombas que lanzaban los fanfarrones.
