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Opinión-Editorial

Perder el encanto de la utopía

28 de Noviembre | 10:45
Perder el encanto de la utopía
A mí me parece que el mundo tiene miedo. Se está quedando sin referentes. Nada más hay que escuchar a los medios retransmitiendo la noticia del fallecimiento de Fidel Castro.

No entro a enjuiciar su figura, con claros y oscuros, solo digo que la Humanidad necesita concretar en objetos o personas físicas una determinada forma de entender la vida y sus acontecimientos. Aunque solo sea para criticarlos.

Ayer, un político veterano y amigo dijo algo realmente importante: Hasta para odiar necesitamos reconocer la excelencia de lo qué odiamos. Nadie odia a quien simplemente desprecia. Él lo decía hablando de un adversario político contra quien "combatió", admirándole profundamente por sus capacidades. Pero la apreciación puede servir de manera genérica.

Si se fijan, el mundo actual no tiene referentes transcendentes cuyas imágenes sirvan de modelos. Quizá por eso, sus ambiciones son tan grises. Quizá por eso no hay pasión y épica en sus acciones colectivas. A los líderes los hace la Historia -oigo decir- y estoy de acuerdo. Pero si es cierto esto, ya están tardando los de ahora, sea cual sea su color y su raza. O su ideología. Porque claro, el fútbol o la canción no nos valen.

Siempre me han interesado los cambios y la aparente "normalización" de algunas  condiciones y conductas dentro de los grupos humanos como modo de subsistencia. La persona se adapta en unas determinadas circunstancias y se desenvuelve con códigos que la permiten sobrevivir aunque no sean moralmente éticos o contradigan ferozmente lo dicho o vivido hasta entonces. La famosa pirámide de Maslow explica con perfección la jerarquía de las necesidades humanas y defiende que las personas desarrollan deseos más elevados conforme satisfacen sus necesidades más básicas. De ahí que a veces sea tan fácil la manipulación o "compra" de los individuos.

Ya lo dijo Ayn Rand, filosofa y escritora estadounidense: "Para vivir el hombre debe actuar; para actuar, debe tomar decisiones; para tomar decisiones, debe definir un código de valores; para definir un código de valores debe saber qué es y dónde está -esto es, debe conocer su propia naturaleza (incluyendo sus medios de conocimiento) y la naturaleza del universo en el cual actúa- esto es, necesita metafísica, epistemología y ética, lo cual significa filosofía. No puede escapar de esta necesidad, su única alternativa es que la Filosofía que guía su vida sea escogida por su mente o por la casualidad".

"Perdió el encanto de la utopía" -dicen que dijo el famoso escritor Graham Greene, gran admirador de Fidel Castro, cuando se sintió defraudado por sus acciones posteriores- Yo también creo que cuando se es joven se busca "una noble visión de la naturaleza del hombre y del potencial de la vida" (Ayn Rand), que puede ser contaminada por las dificultades y frustraciones de la realidad posterior. Y es entonces cuando se produce una "normalización de la maldad" en lo cotidiano, que permite decir o ejecutar acciones sin demasiados escrúpulos en aras a unas necesidades más o menos perentorias que realmente sirvan de "justificación" de los comportamientos.

Carmen Heras



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