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PSICOLOGEANDO

¿Violencia en los colegios?

24 de Octubre | 12:23
¿Violencia en los colegios?
Sigo sin entender muy bien qué les pasa a algunos medios de comunicación con algunos temas. Nunca he sabido cual es el criterio para darle más cobertura a una noticia que a otra, especialmente en temas de menores. ¿Es más importante una agresión a un menor de otros menores, una agresión a una mujer de su pareja, una agresión a un indigente de dos jóvenes o una agresión a un policía del dueño de un perro sin bozal? Todas estas noticias aparecen en los medios pero su protagonismo es diferente.

Las noticias relacionadas con los menores siempre llaman más la atención, y si tienen un toque morboso mucho más. Desapariciones, agresiones, denuncias, todo lo que podría ser portada de El Caso si siguiera existiendo. El problema es que a los menores, a diferencia de a los mayores, debemos protegerlos de una manera especial. A todos. Y el alarmismo mediático no ayuda.

Si a un niño le pasa cualquier desgracia (agresión, abusos sexuales, accidente, etc.) lo último que necesita es que el hecho aparezca en todos los medios. Cualquier profesional te dirá que el niño debe volver a la normalidad cuanto antes, que todo es superable (psicológicamente hablando), y que lo importante no es cómo ha vivido el hecho en sí sino cómo lo va a seguir viviendo. Llamar a los periodistas para que le hagan fotografías a tu hija en el hospital porque ha sufrido una agresión no ayuda. Llamar a los periodistas para que estén presentes en la entrega de un niño por parte de los padres adoptantes a su madre biológica tampoco ayuda.

Los padres deben pensar en qué es lo mejor para su hija, antes que en la justicia, en la venganza o en las indemnizaciones. Y lo mejor será tranquilidad y volver a la normalidad cuanto antes (y si la situación habitual no es normal habrá que hacer algo para cambiarla, claro). Y para tomar decisiones adecuadas hay que tomarse un tiempo y reflexionar, porque todo lo que se haga en caliente tiene muchas posibilidades de hacerse mal. A no ser que los padres no estén pensando en el bienestar de sus hijos sino en el suyo propio. Como pasa cuando los llevan a concursos televisivos para bailar, cantar o hacer el mono. Lo hacen para sentirse bien ellos, los padres, no para que sus hijos sean felices.

Y los medios deben pensar en el bien de los niños antes que en la noticia, en la audiencia o en la repercusión mediática en general. Para eso estaría bien una especie de prudencia con estos temas. Si se publican declaraciones de una madre hay que decir claramente que eso son sus declaraciones, y no un hecho. Contar las declaraciones como si fueran hechos objetivos es muy peligroso, y lo es especialmente con los menores. En el caso de la niña de Mallorca cuya madre ha salido en todos los medios diciendo que su hija ha sufrido una paliza, resulta que ni el centro, ni el gobierno, ni los médicos, ni nadie, le da la razón. Y ni siquiera sabemos si la hija ha contado su versión o es la madre la que ha interpretado las palabras de la niña. Y por supuesto una madre debe defender a su hija y utilizar los medios si fuera necesario, pero una vez agotadas todas las vías posibles.

Si cada vez que unos menores agreden de alguna manera a otro en un centro educativo saliera en los periódicos, no habría espacio para publicar otras cosas. Para entender mejor este asunto debemos diferenciar entre violencia, agresión y conflicto. Y empezar por los niños más pequeños. Ya en la guardería los vemos discutir, empujar, gritar, quitar juguetes o dar mordiscos. Entendemos que es un proceso normal, que deben ir aprendiendo a convivir con nuestra ayuda. Y debemos ir apartando progresivamente las maneras agresivas y sustituirlas por otras más civilizadas para resolver los conflictos. Pero cuidado, si para defenderlos nosotros también nos ponemos agresivos, no los estamos educando bien. Educar en el respeto, en la convivencia, en la resolución de conflictos de manera democrática, necesita nuestro ejemplo.

La mayoría de las situaciones de las que los niños, o sus padres, se quejan en el ámbito escolar, son conflictos. Una parte son agresiones y una mínima parte es violencia. Quitar la pelota a unos niños que juegan genera un conflicto, que puede llevar a algún tipo de agresión, como empujones, insultos o forcejeos. Pero si la agresión es premeditada y con la intención de hacer daño entonces sí podemos hablar de violencia. Y esto, como digo, se produce en muy pocas ocasiones. En todo caso, si la relación entre padres e hijos es buena y se comunican con facilidad, es probable que se actúe ante una señal de alarma, antes de que pueda ser tarde.

A pesar de los mensajes alarmistas en algunos medios, la violencia en la escuela no ha aumentado. Se ve más porque los padres escandalosos tienen más facilidad para que los medios les hagan caso. Lo mismo pasa con cualquier tipo de violencia en nuestro país, en general ha disminuido pero la violencia aparece más en los medios, y eso hace que parezca por ejemplo que hay más muertes por violencia machista que antes, o más suicidios, pero los datos dicen que no.

Pero sea la que sea, hay que seguir trabajando para reducirla. Desde hace muchos años hay diferentes proyectos en marcha, algunos muy buenos, con diferentes resultados. Diferentes profesionales implicados en ese objetivo, y ese es a mi entender, el camino adecuado. Y no el de hacer denuncias públicas con los niños delante. El uso de los medios de comunicación para presionar puede estar justificado cuando se han agotado todas las vías posibles, pero no antes.

Y recordemos que son menores, que la responsabilidad de lo que hacen es nuestra. Porque es triste leer mensajes de venganza y de justicia para unos niños, probablemente porque quienes piden eso no se plantean que puedan ser sus propios hijos quienes puedan hacer daño a los demás, claro. Y que el proceso de aprendizaje, tanto en casa como en los centros escolares, implica enfrentarse a diversas situaciones, muchas conflicitivas. Como dijo Albert Einstein, el aprendizaje es experiencia, todo lo demás es infomación.


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