Cada vez que se programa un acto oficial, académico, político... sobre los derechos femeninos, al que asisten mujeres ya convencidas con estatus consolidados, en marcos perfectamente medidos...vuelvo a preguntarme sobre la eficacia de muchas actuaciones en relación a los propósitos que dicen querer conseguir. El paso siguiente ¿cuál es? ¿Cómo se logra, y quien lo hace, que todo lo dicho allí, de manera más o menos intelectual, se transmita a la calle, a esos hombres y mujeres que no tienen tiempo para pensamientos profundos, que no saben o no quieren reflexionar? ¿Cómo hacer para que las conferenciantes, organizadoras o jefas se conviertan en referentes para el gran grupo femenino que realmente necesita el empoderamiento y cobrar un poco más en el trabajo de limpiadora o camarera o...para ser dueñas realmente de sus vidas?. Veo las fotos sonrientes, leo las conclusiones entrecomilladas y me pregunto por la lógica del razonamiento de quienes defienden que sólo la Administración puede resolver el problema de las derechos. Porque no es cierto.
De no cambiar las cosas, parece que estamos abocados a depositar la confianza en grupos heterogéneos de personas que se reúnen por un objetivo común (al estilo de los famosos lobby's anglosajones), dado que los políticos y sindicales tienen cada vez menor prestigio y ya no son colectivos demasiado creíbles para el gran público. La inercia de los "profesionales" en los mismos reduce su capacidad de convicción y por lo tanto de eficacia. Hace un par de días la manifestación a favor de un tren digno ha contado con un número entre 2000 y 3000 asistentes. Dejando aparte lo inexacto de la aproximación, desde un punto de vista meramente matemático (el margen de 1000 personas es claramente poco definitorio) lo que evidencia es el poder de convocatoria, no muy alto, de partidos, sindicatos y empresarios...en una región que tiene más de un millón de habitantes. Para un asunto crucial.
Lo de que quien gobierne salga a la calle en manifestación, como forma de aumentar el peso de lo qué debe defender en los despachos de su propio gobierno y de otros nacionales, me sigue produciendo perplejidad. En mi época se iba directamente "al grano". Y nos sentábamos a intentar convencer a los responsables de ADIF sobre los lugares adecuados en nuestras ciudades para las estaciones. Reclamar en la vía publica ya se hizo antes de que Podemos lo formulara como forma de acción política. ¿Pero qué ocurre si la llamada no logra un número importante de seguidores manifestándose por las calles y gritando consignas?
Estos tiempos son unos tiempos muy curiosos. De tanto confiar en lo mediático muchos parecen creer que el mundo y las personas son enteramente virtuales. O al menos eso dicen. Aunque luego resulte que no y lleguen los fracasos. Y la falta de química de los "unos" con los "otros". Un sector cada vez más pasivo e individualista observa con mirada un tanto crítica los afanes de algunos para ser considerados influyentes. Sin lograrlo.
Porque la sociedad se ha hecho mayor en lo bueno y en lo malo y ya no quiere tutelas, salvo en lugares con ausencia de iniciativas, como los entornos pequeños o ruralizados Si una región se considera solamente de ese tipo, habrá acertado en el diagnóstico y en las soluciones para encarar sus problemas. Pero lo rural está hoy en día diluído, gracias a la existencia de las infraestructuras y a la disponibilidad, cada vez mayor, de disponer, cada quien, de coche propio.
