'Veintiuno'

Todo a raíz de una compra. Una sencilla compra que una amiga me encargó y de la que he salido un tanto preocupado. Ni patatas, ni champú, especias… nada de eso. Unas compresas. Ya saben, una urgencia, y yo, buen amigo, me ofrecí a realizar el recado. Lo que vi en el ticket me dejó anonadado. Tal y como se quedaron la cajera y el resto de clientes al percatarse de lo que llevaba en las manos.

La misma mirada que se le echa al individuo que sabemos estéril, y sin embargo, compra unos preservativos… La misma. Pagué por ellas, y me fui mirando el ticket de compra, con la curiosidad de conocer, primero, el nombre de la cajera, y luego el IVA: veintiún por ciento. Un artículo de lujo son las compresas. Mujeres: seres pulcros hasta extremos, consumistas, superficiales…

Las compresas no deberían usarlas, es un capricho, no una necesidad… Se supone. Veintiún por ciento… ¿Les suena de algo? Ese numerito que se repite día tras día en los diarios, en los medios de comunicación, y noche tras noche en las pesadillas de la farándula, de los cómicos, de los productores, de los currantes de las bambalinas y los bastidores cuyos sueños, mágicamente, permanecen enderezados al igual que lo hacen los cimientos de las estructuras de los Teatros que se distribuyen por nuestro país. España, tercera en Europa en presentar el IVA más alto en Cultura. Y en las compresas, claro.

Teatro y compresas se llevan de la mano, y lo recuerdo cada día veintiuno de los meses del año en que la vorágine ácida y cálida del sector ínfimo y vilipendioso del país, el del Teatro y el de la Cultura, lanza mensajes agitadores para la rebaja del numerito. Teatro es artículo de lujo, eso parece, no es una necesidad, es algo que existe, pero algo cuasi etéreo, algo que se esfuma, algo que muere. ¿Recuerdan al Rinoceronte blanco? Criatura que ha dejado de pisar este planeta… Se habla del lince, del oso panda e incluso del león… ¿Y el Teatro? Criatura terrestre en peligro de extinción desde sus esbozos y al que nos sumamos muchísimos individuos, malos, regulares, genios, pésimos, ultrajadores… pero estamos ahí, envenenándonos, dejándonos llenar. ¿Qué tiene el Teatro? Pregunta que me hago día y noche, noche y día, minuto tras minuto. Mundillo tan sufrido y tan maravilloso, crisis sempiterna.

¿Qué tiene de lujo? Yo creo que nada. Es más bien una necesidad, no es un capricho que surge de pasiones concupiscibles del humano, es una extremidad más del cuerpo. Cosa que no entienden “los de arriba”, signo que sea, porque no me creo que haya alguno al que le interese esto lo más mínimo… Existe la demagogia, eso sí. A la hora de la verdad, ¿quién pone la mano en el fuego? Pareciera un tema tabú como lo son las compresas, y las miradas nacidas hacia quienes las compramos son las mismas de aquellos que nos ven con una entrada para la función del momento, o con un libro en la mano… “¿Tú para qué quieres eso?”.

El IVA esconde verdades y mentiras, de las que me gustaría ocuparme en otra misiva para “El correo Extremadura”, y desentrañar, pero es cierto que constituye un sudario deshilachado (el verdadero sudario es otro) para los valientes que a él se dedican. Un ahogo, unas manos que aprietan el cogote interrumpiendo el paso del aire paulatinamente… Somos antojadizos, somos pequeños burgueses buscadores de un tesoro, al menos eso deben pensar “los de arriba”, los que no entienden de sensibilidad artística ni teatral, obviamente sí de la sensibilidad en escoger el maletín adecuado, de cuero, fieltro o plástico asiático, que se inflará, como sus faldriqueras, de billetes y monedas… Mejor no sigo, que esta cantinela está demasiado oída.

Ante esta problemática la risa es la mejor solución, acostumbrada por nosotros, los españoles, y el mejor antídoto.

Y para la próxima, si en sus casas se encuentran tristes, y comedia necesitan para ocasión de una gran risotada; y si por el contrario emoción han de hallar entre tablas, sangres esparcidas y cánticos oídos por alondras bajo elevados balcones hacia Julietas pervertidas, y quieran en su corazón guardar una buena tragedia, acérquense al supermercado y compren unas compresas, que para el caso, viene siendo lo mismo…