El día en que las mujeres ayuden de verdad a otras mujeres y cambien su concepto de culpa por tener una legítima ambición, el mundo cambiará radicalmente. Queda todavía mucho para que el subconsciente femenino acepte que una cualquiera de las suyas escale, por "encima" de las demás, a puestos que siempre han sido considerados de los
hombres.
Cuando una mujer se coloca en roles no típicamente propios de su sexo (según el argot general), todas las fuerzas contrarias a ello se confabulan ante un verdadero conflicto cognitivo. Conflicto que se produce (¡y de qué manera!) por no seguir las normas establecidas durante generaciones y que agudiza el ingenio malévolo del resto. Es curioso ver cómo, en la mayoría de las ocasiones, son algunos antagonistas masculinos los que convencen a otras componentes del género femenino para "blandir las armas" contra la que ha osado contravenir leyes domésticas y tradicionales del mundo: la mujer sí, pero su influencia que no sea demasiado evidente, no vaya a pasarse y consolidar su posición pública dejando sin lugar donde asentarse a quienes siempre han estado ahí por derecho divino y de sus coetáneos.
La religión ha jugado muy bien en estas cuestiones. Cuando se estudia la evolución de muchos pensamientos se ve cómo teorías aún vigentes tienen su base en el convencimiento de que solo devaluando el papel de la mujer puede lograrse un rendimiento mejor de los hombres: por ejemplo, la de la necesidad del celibato de los sacerdotes en algunas religiones. Para atemperar los excesos de otras épocas en los asuntos carnales de algunos siervos de Dios, se hizo teoría (bastante arteramente) de la poca importancia de la mujer como persona y de su influencia innoble, dadas sus características biológicas e intelectuales ("saco de mierda" se llegó a escribir refiriéndose a ellas). El folclore también lo muestra cuando describe los ritos de purificación que precisan aquellas que han dado a luz. La separación de la mujer del resto de la tribu durante los días de su menstruacion, es otro ejemplo.
La mujer siempre a raya. Y para ello se ha hecho, a lo largo de los siglos, toda una labor educativa en las propias mujeres que, a la larga, ellas mismas se han encargado de proyectar (consciente o inconscientemente) por ser las primeras preceptoras de los hijos y que explicaría, sin lugar a dudas, la complejidad de la relación entre madres e hijas, mucho más difíciles en general que la de éstas con los padres, siempre que la niña no sigue, al pie de la letra, los códigos de su progenitora.
Mucho debieran los colectivos de mujeres recapacitar sobre todo lo anterior, si realmente quieren empezar en serio a trabajar por una verdadera emancipación de la mujer, sobre todo en el terreno intelectual o público. Hasta la fecha existen los avances, pero lentos, a pesar de las apariencias publicitarias. En parte, porque las jóvenes no aciertan a ver las desigualdades y los trucos, y en parte, porque muchas veces la propia mujer se calla cuando la "protege" la sombra de un hombre influyente.
No invento nada. Los hechos probatorios existen por doquier. Para quien quiera contrastarlos en el día a día, sólo ha de observar la vida política.
