Publicidad en ElCorreoExtremadura.com
29 de Marzo. 12:41 horas
Facebook El Correo Extremadura Twitter El Correo Extremadura  
 
Últimas noticias de actualidad de Extremadura en El Correo de Extremadura
Ir a Inicio
 
Cultura, literatura, historia, música

El golpe militar que aniquiló a la Extremadura rebelde

19 de Julio | 11:57
El golpe militar que aniquiló a la Extremadura rebelde

Desde mediados del siglo XIX, con las desamortizaciones, los extremeños hemos pasado nuestra peor época. No es que antes nos fuera de maravilla, pero había, al menos, algunos mecanismos que amortiguaban el dominio de los poderosos sobre la mayoría: bienes comunales, usos compartidos, sistemas de autoorganización municipal… Todo eso se acabó, a golpe de larga represión y de ley desde el gobierno central, y el nuevo sistema, con un campo totalmente privatizado y en manos de pocas familias nos condenó a formar ejércitos de yunteros, jornaleros y, en definitiva, extremeños sin tierra. Empujados al hambre, a vestir harapos, a morir de enfermedades.


Por eso, 80 años después del golpe militar que provocó una guerra civil y el fin de la II República, no entiendo cómo aún tanta gente sostiene el relato de “las dos Españas” para explicar la contienda. Como si hubiera dos equipos de fútbol a los que se podía apoyar, o una simple cuestión de gustos entre rojos y azules. En Extremadura y en todo el Estado se estaban produciendo los mismos conflictos que en el resto de Europa, ni más ni menos. Las mayorías, que eran por aquella época muy pobres y no tenían medios para una vida digna, reclamaban una gestión diferente de la propiedad de los medios de subsistencia. La tierra es el más evidente, sobre todo en Extremadura.

Son muchos los historiadores, entre ellos Justo Vila o Francisco Espinosa, los que conectan la salvaje represión franquista en Extremadura con las ocupaciones de tierras que se habían producido cuatro meses antes. Los extremeños no podían esperar más y se lanzaron, en decenas de miles, a ocupar unos latifundios infraexplotados por propietarios absentistas. No porque fueran de un hipotético bando o de otro, sino por simple desesperación. Comer y asegurar el futuro a tus hijos es una manía muy extraña que tenemos los seres humanos. Decenas de miles de extremeños se pusieron por fin a cultivar esas tierras, que en realidad tenían que haber sido suyas mucho antes.

Nuestra historia reciente ha sido poco sutil, de manera que si alguno duda de la situación lamentable de los extremeños a principios del siglo XX puede simplemente echar un vistazo a Extremadura durante el franquismo. La servidumbre y la humillación llegaban a cotas inimaginables. Los derechos de los terratenientes sobre los extremeños eran casi absolutos. La llegada de la dictadura dio al traste con la incorporación de mayorías al trabajo de la tierra y nos mantuvo en un suspenso de silencio y atraso durante cuatro décadas.

En los años 20 el extremeñista Elviro Berdeguer, que acabaría siendo ejecutado sin juicio por falangistas en 1936, denunciaba en sus artículos en prensa la “dictadura de los terratenientes”. Contra su implantación llevaban rebelándose los extremeños todo el siglo anterior. Malditas manías las nuestras, las de tener una vida digna. Por eso, además de la represión salvaje de los golpistas en nuestra tierra (la segunda más castigada en proporción tras Sevilla), además de la matanza de Badajoz, el campo de concentración de Castuera, los fusilamientos de alcaldes como Sinforiano Madroñero o intelectuales como el propio Berdeguer, y de tantos ejemplos de brutalidad, lo grave del golpe del 18 de julio contra la democracia fue toda la esperanza que se llevaron a su paso por Extremadura.

No fue un partido entre un bando y otro, fue la restitución de esa dictadura de los terratenientes, la prohibición de los sindicatos y organizaciones obreras que habían hecho a Badajoz una ciudad combativa, rebelde, admirada en todo el Estado y lo más importante: con ganas de futuro. Fue la aniquilación de la disidencia de forma masiva, sumada a la potenciación al extremo de la religión y de la moral del pecador y el castigo, el despojo de los derechos conquistados, la vuelta de la mujer a su papel de cuidadora. Fue el fin del proyecto de una autonomía para Extremadura, que ya se estaba redactando en la República. Fue la pérdida de una oportunidad histórica de desarrollo de nuestra tierra que acabó, gracias al apoyo de Hitler y Mussolini a los golpistas y a la vergonzosa abstención de las democracias europeas, en 40 años de oscuridad.

El final de esa etapa, ya la sabemos. La describió muy bien nuestro poeta Álvarez Lencero: ejércitos de emigrantes con la maleta al hombro “como un fusil ansiado” y ejércitos de parados, de hombres “que nacieron esclavos”, comiendo pan duro en la plaza a la espera de un jornal. Los pobres de Europa, los protagonistas de la España profunda. Triste destino tras tanta lucha. Como si la dictadura hubiera querido cebarse con nuestra Extremadura por toda la rebeldía que llevaba mostrando, demasiado tiempo, a los poderosos. El 18 de julio no lucharon dos Extremaduras: un ejército regular y fuertemente armado, apoyado ampliamente desde el exterior, aplastó las esperanzas de la mayoría de extremeños. Con nuestro ayer entendemos nuestro hoy. Y la memoria es el mejor homenaje y la mejor herramienta.



ElCorreoExtremadura.com | Todos los derechos reservados. Contacto - ¿Quiénes somos?
© EL CORREO EXTREMADURA
EN CUALQUIER CASO TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS:
La dirección de este medio, no se hace responsable de las opiniones vertidas por sus colaboradores en este periódico digital
Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa.