Los extremeños quizás, hemos adquirido hábitos de aguante y resistencia pasiva, a veces, heroica, pero que como pueblo, nos perjudican y nos impiden el progreso. Habría que encender los motores como réplica y alternativa positiva al “Aguante impasible”. No podemos conformarnos con la supervivencia, ni la resistencia heroica.
Alguna vez, he puesto al “césped” como símbolo del “aguante”, de la “resistencia”, ante el que lo pisa. Vivir bajo la pisada, el aplastamiento, es una forma de resistencia pasiva, y capacidad de sobrevivir. Pero habría que pasar de la supervivencia heroica, a la iniciativa creadora, a la conquista del espacio de la vida pujante, del progreso. Queremos tener más para ser más, , sin pisar a nadie.
Porque quizás, hemos hecho de la necesidad virtud, convendría revisar nuestros hábitos, que han hecho como de segunda naturaleza. Habría que estimular más la respuesta que el aguante, que nos permite sobrevivir, pero no tener una vida pujante, ni un progreso social pionero. La riqueza, los “bienes”, no son “malos”, cuando no se consiguen a costa de otros. Hace falta ambición para mejorar la vida y el desarrollo de todos.
Sin medios materiales, hicieron obras de gigantes, muchos extremeños, de los que ahora estamos orgullosos. Quizás, deberíamos distinguir lo que es la “ética” personal y la “épica” colectiva. Necesitamos un empuje fuerte para conseguir un desarrollo integral, que sirva para todos.
Si hemos exagerado en nuestros hábitos de austeridad, de autocontrol y resistencia, habría que buscar el contrapunto y fomentar la actividad, y andaría acompañada de la “pasión”. No se trata de la pasión alocada, sino la pasión como instrumento para la acción, la creatividad, la fe en nosotros mismos. Asumiendo el valor del autocontrol, hay que priorizar la actividad creadora y apasionada. Si el control caracteriza al reflexivo, la pasión debe actuar como motor comunitario. Hay que conquistar nuestra propia “tierra”, y dar cauce a todas las inquietudes y a las iniciativas racionales, con el impulso y coraje de la pasión.
La fortaleza de aguantar, tiene su aspecto positivo, pero si lo ponemos como objetivo principal, nos inhibe ante el progreso. Extremadura necesita un impulso fuerte, apasionado, para cambiar su situación histórica de marginación ¡No más aguante. No más conformismo!
Como pueblo, tenemos que cambiar la pasividad por la iniciativa y la acción decidida. El conformismo es una actitud que nos persigue, y que tenemos que superar con energía y con el impulso colectivo.
Nos sobran frenos y nos falta motor. Necesitamos gente con pasión e iniciativas, para cambiar el retraso y la marginación de Extremadura. La pasión da fuerza al esfuerzo. Necesitamos una Extremadura próspera, con trabajo y riquezas, que permita a todos vivir aquí con dignidad y bienestar.
Alguna vez, he puesto al “césped” como símbolo del “aguante”, de la “resistencia”, ante el que lo pisa. Vivir bajo la pisada, el aplastamiento, es una forma de resistencia pasiva, y capacidad de sobrevivir. Pero habría que pasar de la supervivencia heroica, a la iniciativa creadora, a la conquista del espacio de la vida pujante, del progreso. Queremos tener más para ser más, , sin pisar a nadie.
Porque quizás, hemos hecho de la necesidad virtud, convendría revisar nuestros hábitos, que han hecho como de segunda naturaleza. Habría que estimular más la respuesta que el aguante, que nos permite sobrevivir, pero no tener una vida pujante, ni un progreso social pionero. La riqueza, los “bienes”, no son “malos”, cuando no se consiguen a costa de otros. Hace falta ambición para mejorar la vida y el desarrollo de todos.
Sin medios materiales, hicieron obras de gigantes, muchos extremeños, de los que ahora estamos orgullosos. Quizás, deberíamos distinguir lo que es la “ética” personal y la “épica” colectiva. Necesitamos un empuje fuerte para conseguir un desarrollo integral, que sirva para todos.
Si hemos exagerado en nuestros hábitos de austeridad, de autocontrol y resistencia, habría que buscar el contrapunto y fomentar la actividad, y andaría acompañada de la “pasión”. No se trata de la pasión alocada, sino la pasión como instrumento para la acción, la creatividad, la fe en nosotros mismos. Asumiendo el valor del autocontrol, hay que priorizar la actividad creadora y apasionada. Si el control caracteriza al reflexivo, la pasión debe actuar como motor comunitario. Hay que conquistar nuestra propia “tierra”, y dar cauce a todas las inquietudes y a las iniciativas racionales, con el impulso y coraje de la pasión.
La fortaleza de aguantar, tiene su aspecto positivo, pero si lo ponemos como objetivo principal, nos inhibe ante el progreso. Extremadura necesita un impulso fuerte, apasionado, para cambiar su situación histórica de marginación ¡No más aguante. No más conformismo!
Como pueblo, tenemos que cambiar la pasividad por la iniciativa y la acción decidida. El conformismo es una actitud que nos persigue, y que tenemos que superar con energía y con el impulso colectivo.
Nos sobran frenos y nos falta motor. Necesitamos gente con pasión e iniciativas, para cambiar el retraso y la marginación de Extremadura. La pasión da fuerza al esfuerzo. Necesitamos una Extremadura próspera, con trabajo y riquezas, que permita a todos vivir aquí con dignidad y bienestar.