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Opinión-Editorial

¿La inquisición atea? ¿Qué tendrían que creer los no creyentes?

20 de Abril | 12:52
¿La inquisición atea? ¿Qué tendrían que creer los no creyentes?
¿Ha cambiado de bando la inquisición de los creyentes y ahora pertenece a los ateos? ¿Será verdad que la historia lo recupera todo, que lo malo de ayer, puede llegar a ser bueno hoy o mañana? ¿Qué tendrán que creer los no creyentes, para no ser tachados de herejes?

Parece que “la inquisición” en otros tiempos, era para salvar la pureza de la fe. Ahora la usan los ateos. ¿Quiénes son los herejes? ¿En qué deben creer los no creyentes?

Pocas cosas se han denostado tanto como la “inquisición”, pero a veces, da la impresión de que ha renacido con fuerza y “prestigio”. Hemos pasado de la presunción de inocencia, del BUENISMO, a: “todo el mundo es culpable mientras no se pruebe su inocencia”. El malo es el rival, el otro, que piensa y actúa de otra forma.

Desde la infancia, el que ha roto el plato es siempre el hermano, o algún desconocido. Hace falta una cierta autocrítica, que nos permita revisar nuestros reflejos defensivos, que nos convierten en abogados defensores de nosotros mismos.

El Cainismo, es demasiado frecuente. Solemos ser indulgentes con nuestros fallos y crueles con los demás. Lo más fácil para hacerse un héroe, es contar la propia vida, y lo más sencillo para convertirse en “malvado”, es llevar la contra a algunos rivales políticos, inquisitoriales asociados.

En política, hay personajes que caen antipáticos, y no hay manera de ver en ellos algo positivo. Hasta el diablo tiene algo en “común” con Dios. No existe la maldad absoluta. Los rivales políticos no son enemigos, son los que ven las cosas con sus ojos, y las piensan con sus cabezas. Nadie defiende el mal como tal, lo que unos consideran malo, otros lo ven positivo. No es que todo sea relativo, pero lo que llamamos “presunción de inocencia”, habría que mantenerlo. Ahora lo que prima es un cierto espíritu inquisitorial, “la presunción de culpabilidad”.

El espíritu de la inquisición, que pertenece a otras épocas, felizmente superadas, parece que de vez en cuando renace, y hay como un cierto ensañamiento con cualquiera, como si estuviéramos  buscando a ver a quién se le  mete en la cárcel, o le encontremos algún papel, en algún  paraíso fiscal.

Sin duda, hace falta una “Regeneración” social que sea real, y no conformarnos con eliminar  los efectos, sino también las “causas”. No sería una sociedad sana, porque consiguiéramos triplicar el número de cárceles y los calabozos. Aunque sea necesaria, la devolución de lo robado y que cumplan las penas consiguientes, no podemos pensar como decía algún político, “cuando veo 500 personas juntas” pienso: “500 enemigos”.

Hay mucha gente sana, incluidos los políticos, los banqueros, los empresarios, los hombres de negocios, de izquierdas, de derechas, o de nada, ni de nadie. No se trata del “BUENISMO”, sino de evitar el espíritu inquisitorial, en que todo individuo es de entrada sospechoso. La regeneración necesita tener “modelos positivos” en el escaparate de los medios, y parece que todos los modelos son negativos.



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