Nuestro Titanic

Hemos sido lo que hemos querido ser, pero cuando llegamos al resultado no nos gusta y nos quejamos; durante muchos años hemos ido viendo como las cosas se adaptaban a las circunstancias, como la falta de capacidad de gestión en el mundo político hizo que se embarcara a todo un país en una aventura que nunca quisimos entrar, y ahora, resulta que nosotros somos los responsables; eso es como si los pasajeros que iban dentro del Titanic, les dicen que ellos son los responsables del hundimiento del barco, porque el Capitán y su tripulación no se dio cuenta de lo que iba a pasar, pero ellos son los culpables por que confiaron en su capacidad para dirigir ese barco a su destino.

Así nos encontramos, embarcados en un gran Titanic, que con un poco de suerte logrará esquivar el iceberg, pero como el Capitán que lo controle no gestiones bien los tiempos y las medidas, nos iremos todos al carajo; bueno, algunos se salvaran, pero después de que caigamos unos cuantos al frio océano, y los que sobrevivían a la historia, lloraran con amargor el resultado de haber confiado en esos paladines de la no acción, de no haber tomado las medidas correctas cuando se tenía que haber tomado.

Y si bien el ejemplo no se acerca mucho a las líneas políticas, vamos a explotarlo un poco más.

Así veremos como en el furor del desastre aparecen (como siempre), los agoreros, los del “ ya lo decía yo “, los que saben perfectamente que el capitán nos ha llevado allí, y claro, todos lo sabemos también, eso es lo más fácil, pero luego se les pregunta: ¿ y cómo nos salvamos?, y lo primer que dicen es que hay que hacer una auditoria para saber cuántos botes salvavidas hay , para saber en qué se gastaron los repuestos de la bengalas, y para saber si el responsable es el Capitán o el Contramaestre o el “Leo di Caprio” , y mientras tanto el barco se rompe en mil pedazos; luego están los continuistas, eso que hasta el final, caiga quien caiga, siguen escuchando la música, y dicen, que no pasa nada, que la vida es feliz, porque ellos van en primera y los que la van a palmar son solo las ratas de las bodegas de abajo, pero a la hora final, efectivamente, la música sigue sonando, pero el barco se va a pique.

Y también nos encontramos con los que se agarran a que el Capitán lo sabe todo, que ese es el experto, y que su tripulación está perfectamente preparada para llevar ese barco a buen fin, y que pasa: que hacen sufrir a los pasajeros, por que no son capaces de hacer un pequeño giro hacia un ladito, y mientras ellos sigue arriba, frente a los cuadros de mando, no se enteran de que hay gente cayéndose por la borda.

Y lo que es peor, frente a toda esta vorágine vemos como nuestro gran barco, ese Estado majestuoso que hemos construido todos con nuestros impuestos, se está exponiendo de nuevo a una vertiginosa batalla para saber quiénes van a llevar el timón y nos llevan a nuestro destino sanos y salvos, o bien nos estrellan contra la primera escollera con que se encuentren; y en esas decisiones, nuestro sistema de partidos está totalmente desequilibrado para acometer de forma correcta la toma de decisión, pues esta está en mano de organizaciones, más que en las personas que están en esas organizaciones; y ya es hora de que se hable de listas abiertas, de que elijamos a los mejores , a los buenos gestores y a gente que aporte ideas, y no solo ideologías y formas de hacer ; aquí necesitamos encontrarnos con gente que busque el bien de todos, más que el bien personal, y de momento, si las cosas no cambian, la mayoría de los partidos siguen en una línea que se escapa muy mucho de enfrentarse a lo que realmente es importante: gobernar para los ciudadanos.