¿Qué es ser un hombre �de verdad�?

Vivimos en una sociedad regida por estereotipos de género que nos llevan a asignar ciertas características al hombre o a la mujer. Consecuentemente otorgamos un rol de fuerza y poder al hombre que acaba ensombreciendo la figura femenina y esto tiene su explicación en el mantenimiento de privilegios por parte de los hombres sobre las mujeres.

Para que un hombre sea considerado un “hombre de verdad” en nuestra sociedad, encontramos una superioridad masculina avalada de forma simbólica y real por las estructuras sociales y económicas. Una posesión de mujer e hijos relacionada con el desarrollo y sustento de la familia, sin tener en cuenta los cambios sociales que se han dado a lo largo de la historia cómo es la incorporación de la mujer al mundo laboral, dejando cómo inadaptativas tales creencias.

La identidad masculina la encontramos aliada con el concepto de rendimiento. Un “hombre de verdad” es competitivo por naturaleza, debe competir y ganar. El problema lo encontramos cuando para ganar, necesitamos a alguien que sea vencido. En muchas ocasiones, la manera de apostar seguro, es contrariarse con alguien más débil y ante la creencia de que el sexo femenino se caracteriza por dicha debilidad, encontramos tantas circunstancias en las que existe un abuso de poder entre ambos géneros.

En nuestra sociedad, la no consecución de algunos de estos objetivos por parte del sector masculino, lleva a la frustración y al bajo autoconcepto. Sentimientos que pueden interpretarse como muestras de debilidad no tolerables en los hombres. Pues tienen totalmente restringidas todas las emociones socialmente feminizadas. De un “hombre de verdad” sólo se espera competitividad, fuerza, valentía y capacidad de proteger.

Cómo ya hemos mencionado antes, todos estos privilegios quedan lejos de estar adaptados a los tiempos que corren dónde cada vez son más los hogares donde se intercambian los papeles. Por suerte son muchas las familias que han acabado aceptando estos cambios, pero quedan muchas otras, en las que aún se sigue luchando por mantener la diferencia patriarcal que tanto nos ha marcado durante generaciones. Y ante la amenaza hacia el estatus que lidera el hombre, se dan situaciones tan intolerables cómo es la violencia de género.

Evolucionemos de una vez, y asumamos que ser un hombre de verdad contempla mucho más de lo que hemos mencionado y que ante los cambios sociales que estamos viviendo, no existe mayor triunfo que estar a la altura de las nuevas circunstancias y adaptarnos a las nuevas necesidades. Necesidades que son igualitarias entre hombre hombres y mujeres, pues no existen “hombres de verdad” sin “mujeres de verdad”.