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Salud
PSICOLOGEANDO

Dis-capacidad

15 de Marzo | 09:46
Dis-capacidad
He pasado por la puerta de un local nuevo donde van a instalar una farmacia y compruebo sorprendido el pequeño escalón que han dejado en el umbral. Me hace reflexionar sobre la accesibilidad y sus leyes, que no lo permiten, pero sobre todo en la falta de empatía del dueño, del arquitecto, del jefe de obra y de cualquiera que haya estado implicado en su ejecución. Estamos hablando de una obra nueva que, aunque fuera para cualquier otro negocio de cara al público ya sería cuestionable, pero es que una farmacia me parece más grave. Porque acudirán a comprar sus productos muchas personas con discapacidad o con dificultades de movimiento. Y a todas les costará subir el escalón que han dejado en la puerta.

Esos detalles demuestran que nos queda mucho por hacer. Porque el colectivo de personas con discapacidad está harto de reclamar derechos que son suyos, y que a los demás muchas veces nos cuesta conceder porque creemos que son nuestros. Y la mayoría de las veces condecer/conseguir esos derechos es muy fácil, basta con pensar en la discapacidad y en sus necesidades.

Decía Stevie Wonder que sólo porque un hombre no pueda usar sus ojos no significa que no pueda ver. De hecho en el caso de dificultades de visión es impresionante comprobar cómo desarrollan de manera especial el resto de los sentidos. Así que seguramente cada vez que conozcamos a una persona con alguna discapacidad sabremos que es alguien que ha desarrollado alguna habilidad especial, que ha superado cosas, que ha tenido capacidad de adaptación y que lleva encima un aprendizaje diferente a otras personas. Sería más adecuado hablar de capacidades especiales, porque la palabra discapacidad sigue teniendo un cierto tufillo peyorativo, aunque mucho menor que hace unos años.

Y es que la palabra discapacidad es un arma de doble filo. El concepto ha servido para hacer visible al colectivo, para conseguir derechos y para mejorar la integración social. En España hay más de 7000 asociaciones relacionadas con la discapacidad, lo que demuestra la fortaleza del colectivo. Pero ponerle una etiqueta a alguien hace que confundamos la parte por el todo, y asociemos determinadas características negativas a las personas que la llevan. Deberíamos trabajar más en buscar etiquetas positivas.

El siguiente paso, una vez conseguida la conciencia social de la discapacidad en general, es trabajar en las características concretas y particulares de determinados colectivos. Hay tanta variedad que es difícil agrupar a todas las personas en el mismo grupo por el simple hecho de tener una discapacidad. Hablemos de personas con sus respectivas necesidades (y capacidades). Y entendamos que todos debemos contribuir a cubrir las necesidades de los demás, sean las que sean.

No obstante se ha conseguido mucho en los últimos años, y cada vez hay más colectivos de personas afectadas, de familiares, de profesionales, cada vez hay más conciencia social y cada vez el colectivo es más visible. Sólo falta que aumenten los presupuestos de las diferentes instituciones, que últimamente han sufrido algún recorte importante.

Pero mientras, sin necesidad de aumentar el presupuesto, pongamos los escalones a nivel de suelo y así podremos entrar todos sin dificultad. 



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