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Opinión-Editorial

Gobierno en el aire

14 de Enero | 13:13
Gobierno en el aire
Muchos nos preguntamos qué puede pasar en nuestro panorama electoral una vez constituidas las Cámaras Legislativas. La solución no es sencilla. El fragmentado escenario político obliga a que formar gobierno exija extraordinarias dotes de negociación, olfato político y visión de Estado, pues cualquier cosa que se haga tendrá claras repercusiones inmediatas en la sociedad y futuras en los distintos partidos.

Sin lugar a dudas, el PP ha ganado las elecciones pese al desgaste de cuatro duros años de gobierno. Aunque su representación parlamentaria ha perdido un tercio de la que tenía, le permite dar el primer paso en la búsqueda de los apoyos necesarios para investir a Mariano Rajoy como Presidente de Gobierno. En principio carece de apoyos. Entre anuncios ya realizados desde el PSOE y C’s, posicionamientos políticos absolutamente polarizados con Podemos, IU y Bildu y tensiones y desequilibrios en distintas comunidades autónomas con ERC, DL, PNV y CC, su soledad ahora es absoluta. Necesitaría para gobernar el apoyo o la abstención del PSOE, cosa que, a fecha de hoy, no tiene.

El PSOE es el único que puede jugar a pactar, pues tiene más posibilidades de maniobra. Y esto es precisamente lo que lo coloca, paradójicamente, en una posición delicada.

El PSOE puede negociar con Podemos, que lo está deseando y ocultaría para ello sus planes en Cataluña, y arrastrar a otros partidos como IU y Bildu. Pero sumarían 163. Este puzle tan radicalizado entre los cuatro partidos puede ser explosivo y quizá reubicaría la posición de Ciudadanos que se opondría a ella junto al PP. Esta oposición de ambos sumaría también 163 votos. Al PSOE le harían falta más apoyos, que podrían venir de CC, a la que apoya en Canarias. ERC y DL también, lo que daría continuidad y paños calientes a su proceso soberanista. El puzle explosivo se convertiría en una bomba inestable.

Esta opción, en la que participarían, al menos, cinco partidos distintos, desgastaría, así lo entiendo, al PSOE: primero, porque convierte en protagonista a Podemos y eso, lo saben, les pasaría factura electoral; segundo, porque sería un gobierno débil, sujeto a continuos desequilibrios e imposiciones; tercero, porque sus votantes, no solo en Cataluña sino del resto de España, no aceptarían un pacto con tanto riesgo territorial y que haría chirriar, además, los mensajes que envía en distintas zonas geográficas, y, cuarto, porque la incertidumbre, la radicalidad y el sesgo atemorizaría a la economía nacional e internacional, con lo que se produciría reducción de inversiones, encarecimiento del crédito y subidas de impuestos.

Otra posibilidad del PSOE es pactar con el PP, pacto al que se uniría, casi con seguridad, C’s. Sería un gobierno de posiciones moderadas que podrían llegar a acuerdos para hacer las reformas necesarias que todos los ciudadanos reclaman. Pero aquí también se debilita el PSOE, pues -y por la boca muere el pez- ya ha anunciado repetidamente que no es una opción posible, pues no quiere investir a Rajoy.

La tercera posibilidad que tiene es la abstención, con la que junto a la ya anunciada desde C’s, posibilitaría un gobierno del PP en minoría. Esta posición tendría los mismos inconvenientes para el PSOE que la anterior. Ambas permitirían el pacto de reformas necesarias.
 
Los ciudadanos han querido que haya diálogo entre todos los partidos, pero los resultados lo han convertido en algo muy complejo. El PSOE se enfrenta, por un lado, a sí mismo, a sus contradicciones y a sus tensiones internas; por otro, a su imagen y credibilidad tanto interior como internacional. Haga lo que haga, se desgastará.

Cuando lo que está en juego es mucho más que los partidos en sí mismos, en necesario hacer una reflexión desde el interés general: ¿Qué quiere la sociedad? ¿qué es lo que demanda ahora mismo? Se hace necesario abandonar la “posición partidista” y asumir el papel de “sociedad en general”. Nos cambia la perspectiva. El cambio de perspectiva es una herramienta muy habitual en coaching que facilita la toma de conciencia de las distintas situaciones que se presentan. Nos aporta una visión distinta, ajena a los intereses particulares y a su previsible coste.

Cada uno de nosotros, miembros de la “sociedad en general”, incluidos los líderes políticos, deberíamos despojarnos de las vestiduras talares y asumir el papel de sociedad: ¿qué quiero? ¿qué es lo que más me conviene como sociedad?

Responder a esas preguntas desde esa concreta posición, aportaría claridad a quienes tienen que decidir porque, si no es así, estamos indiscutiblemente abocados nuevamente a las urnas en muy breve plazo y eso castigaría a los que no se han atrevido a cambiar su perspectiva.


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